jueves, 29 de septiembre de 2011

Tu niña...

Tu dulce voz rota me llega vagamente a mis pequeños oídos. Después de tanto tiempo siento que no te conozco, que eres un extraño que de manera casual formó parte de mi vida. Oír que no estás bien no es plato de buen gusto. Solo saberlo ya me revuelve el estómago y mi cuerpo entero se resiente de ello. cada vez te noto más alejado, demasiado lejos, lejos de una realidad desafortunada para los dos o tres o seis. Parece que ambos hemos olvidado que un día nos quisimos con locura (lo sigo haciendo), aunque quizá fue esa misma locura la que te transformó en semejante personaje con faceta anónima que nunca conocí, ni quiero conocer.
La sola idea de saber que puedes desaparecer me asusta tanto, me duele el pensarlo, me duele el sentir que esa posibilidad existe. Ahora no te tengo, ni tú a mí. es como si nos hubiéramos esfumado, el uno para el otro. Yo no existo para ti, tu no existes para mí; desaparecidos, esas es nuestra relación actual, el único punto que tenemos en común, pero sé que tú, como yo, en un trasfondo de tu alma sabes que yo siempre estaré ahí, quieta, esperando un abrazo que quizá ya nunca se va a producir. Un abrazo como miles que tiempo atrás ya me has dado. Que diste a esa persona que según tú mismo era tuya y solo tuya. Yo, la verdad, también me sentía tuya, solo tuya. Por ti siempre sentí que quería como no quería a nadie, te quería demasiado, hasta un punto inimaginable, en el que te defendí sin que te merecieras defensa.
Al oír coger el teléfono (segundo y último intento) he pensado que no serías tú. Lo fácil hubiera sido pasarte un recado pero aun así he preguntado por ti y si podía hablar contigo; hoy es tu santo y para mí sigue siendo igual de importante felicitarte.
Al pasarte el teléfono has preguntado, como siempre y de quién yo he cogido esa misma costumbre, quién era. Te han respondido claro:
-Tu niña.
En cuanto lo he oído miles de lágrimas han acudido a mis secos y achinados ojos, aunque reprimidas no has notado su presencia. Una punzada en la barriga, junto a ellas, han hecho darme cuenta de que por mucho que no lo quiera, que lo intente no lo puedo negar: soy tu niña y siempre lo seré. Te echo de menos. 




Please come back to me.

martes, 27 de septiembre de 2011

Le tengo a mi lado, aunque me equivoque.

Una media sonrisa le consigo arrancar de su boca con una mirada o una palabra que tanto él como yo sabemos que es verdad, aunque los demás no sepan de qué nos reímos. Me encanta cuando lo consigo; su expresión me recuerda al chico de hace ya unos años, tiempo en el que todavía, a ratos, su timidez le vencía.
Aun ahora parece intentar pasar desapercibido, sin ser visto, como un gato sigiloso y silencioso, de esos que vienen por detrás y solo sabes que están ahí por el suave y fino roce de su pelo con tu sensible piel, un susto entrañable, una presencia abrumadora y agradecida.
Aunque lo intente, conmigo no lo consigue, para mí se ha convertido y es una de esas piezas clave en el mapa de mi desordenada vida. Es un grano de arena imprescindible en una playa menuda y acogedora y que yo siempre busco, no puede haber playa si falta ese granito. Esa partícula de arena es mi mayor confidente, mi mayor exponente de confianza, mi cofre de secretos del que solo yo tengo la llave. Un cofre que me habla y hace sentirme genial y me dice cuando cree que no debería hacer algo o prefiere callarse porque sabe que yo le entiendo, lo único que creo que quiere es que yo no sufra.
Sus sueños vuelan alto para que incluso lleguen a mí y soñemos casi lo mismo, porque sé que hasta su subconsciente se preocupa por mí, él es así. Me gusta tanto su compañía, sus gritos fugaces, sus susurros ininteligibles, sus gestos, sus caras raras, sus típicas frases y sobretodo sus carcajadas, para mi gusto escasas, son preciosas. Adoro verlo feliz.
Nada en un océano de dudas del que ni él, ni yo, ni nadie, ni siquiera el destino (si existe) sabe si saldrá, mientras tanto él no mira las nubes y aprovecha cualquier ola que lo lleve a  un posible destello de naufragio para perderse un ratito en una isla no muy desierta, donde parece que el sol nunca se pone, siempre amanece, allí. Se queda un ratito más para después, haciéndose el loco, contarme su experiencia como marinero naufragado en una isla inexistente e intangible.
Quizá nuestras largas y entretenidas charlas sean el punto culminante de una entrañable amistad que se ha ido forjando con los años, años que han sido veloces, como un rayo en una tormenta eléctrica
Su única compañía llena esa parte de mi mente y corazón que a veces se siente tan sola, la que solo necesita un saludo y un abrazo de los suyos.

Eres único chico, y quiero que sepas que siempre vas a tener a tu lado a la pesada que siempre quiere y querrá una foto contigo, porque te quiero.





Sé que merecías algo mejor pero hoy mi cabeza loca ya no da para más.

jueves, 22 de septiembre de 2011

I was made for loving you baby...

                         

 Los días ya se han acortado, el sol no brilla hasta las diez de la noche, ahora prefiere irse a dormir más pronto, como yo. En este momento, me asomo a mi ventana y aunque enfrente solo tenga casas extendiéndose por todo el pueblo, veo que aún queda un poco de ese precioso verano ya esfumado, lo noto en el ambiente.
Pensándolo bien, no es de ese verano del que detecto estos restos, son de algo que surge de mí, de dentro, algo que me empuja a sonreír sin más, a tener ganas de bailar y chillar, de ir a pasear, de ir a ver a mi familia y decirles que en estos momentos estoy contenta, de cantar canciones que no me sé y dejar de estudiar para ponerme a bailar como una loca enmedio de mi habitación una canción que ni siquiera me gusta sin pensar que tengo las persianas abiertas de par en par y puede (como otras veces) que mi vecino me vea. Hoy, sinceramente, me da igual. Todo me da igual.
Tengo ganas de rockear toda la noche y tener fiesta cada día (I wanna rock 'n roll all night, and party every day!). Hoy más que nunca he enloquecido escuchando a Kiss.
Quizá toda esta explosión de ¿alegría? sea un error, puede que me esté equivocando, pero quiera o no, ha sucedido y seguramente se repetirá, y sí, lo acepto, quiero que se repita. Extrañaba la sensación de estar en mi mundo, con mi música (no muy habitual entre mis amigas), con una voz en mi cabeza y una imagen en mi mente: un vídeo que se reproduce y al acabar vuelve a empezar.
Sí, mi mundo, cuando estoy contenta, es salvaje, rockero en el que su banda sonora sería de AC/DC, KISS, Guns 'n Roses... Aunque puede que a simple vista no sea muy correspondiente con mi imagen, pero, sí lo es y me encanta que sea así.
Puede que haya vuelto a caer (en su red), sé que tengo que poner los pies en el suelo. Aunque mi mundo sea volador y celestial, iré con pies de plomo. Tendré cuidado. Lo prometo. Pero no puedo evitar estar feliz.

                           

lunes, 19 de septiembre de 2011

Deseos vanos e inútiles de un lunes por la noche.

Sola; mi única compañía es la vieja y destartalada bicicleta de mi madre. 
Me gusta tanto ir en bicicleta, es tan noble... qué pena que no le haga cogido el gusto hasta este verano, es magnífica la sensación de avanzar rápida y lentamente a la vez.
Ya es de noche aunque todavía queda algún vestigio de lo que ha sido un día extraño... acogedor pero distante (como él, hoy). Un contraste encantador, sin embargo, también confuso; como un cubito bajándote a toda velocidad por la espalda en pleno 12 de agosto.
Sintiendo el viento en la cara y viendo como me aparta mis largos y secos cabellos de la cara sólo pienso en si podría cruzarme con él en alguna esquina de nuestro silencioso y a la vez agitado pueblo, solo en si existe esa mínima posibilidad. Deseo verlo en una de esas calles oscuras apenas iluminadas por cuatro farolas de mala muerte que desprenden una siniestra luz, calles que un día nos vieron pasear juntos, cogidos de la mano, riendo y con algún que otro dulce beso.
Pienso: al verlo, me pararía, le miraría a esos ojos marrones tan cálidos en los que me perdería más de lo que me gustaría, pero ahí me paro, en mi imaginación no puedo ver que haría más, no lo sé.
Lo veo cada día pero me estoy dando cuenta de que mi droga es su sonrisa, esa de niño travieso y pasota que durante un tiempo me trajo de cabeza; pero sus cambios me descolocan. Consigue convencerme y al cabo de dos minutos la opinión que acaba de formar se esfuma, cómo el agua que dejas al sol en verano. O como un castillo de arena derrumbado que parece haber caído con él la ilusión de grandeza de un chiquitín que ha tardado algunas horas en construirlo.
Esos abrazos fugaces y esas palabras al oído tienen que pesar más que su inestabilidad, tienen que hacerlo.
Su rostro, sus manos, su olor... Sí, definitivamente, yo también creo que le echo de menos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mi pequeñín

Un chico medio dormido viene hacia mí y se tumba en el sofá marrón que hay a mi lado, el grande. Se queda bien estirado y parece que se quiere volver a dormir, ayer trasnochó
Me quedo mirándolo y pienso en cómo en todos estos años lo he visto reír, llorar, jugar, disfrutar de una vida que más de una vez lo ha golpeado fuerte
Él no es tan fuerte como el golpe que nos ha asestado cierto personaje pero ha demostrado ser el hombre de la casa, de la familia. Ha sabido disimular cuando estaba totalmente derrumbado por dentro, cuando sus entrañas se retorcían de dolor y ha preferido llorar a solas porque sabe que si yo le veo lo intentaré consolar, me preocuparé por él y haré todo lo que esté a mi alcance para que esté bien. Él no quiere eso, quiere demostrar que él también sabe seguir adelante, por muchas trabas que encuentre en el camino, y lo ha demostrado en más de una ocasión.
Aunque la mayor parte del tiempo estemos picados, enfadados, con ganas de venganza por un insulto o una vacilada, sé que ni él ni yo podemos vivir el uno sin el otro, formamos parte de un mismo todo.
Tímido y pesado a la vez, cantarín y charlatán, magnífico jugador de fútbol y merengue hasta la muerte. Y, según creo yo, un futuro ligón.
Hoy hace catorce años que esta personita entró en mi vida y no podría estar más agradecida de que alguien quisiera traerlo a este precioso mundo y sobretodo el poderlo tener a mi lado siempre. Le quiero mucho, aunque no me deje demostrárselo.


¡FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANITO!

martes, 13 de septiembre de 2011

Lucha de titanes.

Una lucha de titanes se produce cuando los contrincantes de esta no aflojan ni ceden un mínimo milímetro. Ambos tienen algo que ganar y están dispuestos a lo que sea por conseguirlo. Los dos tienen un motivo suficientemente grande para luchar y al final vencer al enemigo y poder quedarse con la gloria y la satisfacción de haber ganado a ese gran rival y además quedarse con el objeto o causa de esa lucha napoleónica, como conseguir encontrar una linda flor en medio de un funesto campo segado por un calor asfixiante.
Este enfrentamiento comienza con la presentación de los adversarios aunque ninguno llega a explicar su propio motivo. Es fácil, simplemente, sólo él sabe su particular motivo al igual que su rival. Después se preparan y empieza. Es todo un espectáculo verlo. Son tan fuertes como uno de esos árboles milenarios de algún bosque exótico.
Esa fuerza, esa fortaleza, esa capacidad de aguantar el bombardeo de dudas y fallos de conciencia, son dignas de admirar. Es increíble como se puede luchar tanto por lo que uno quiere. Luchar por alcanzar algo, a veces, inconcebible, ni siquiera imaginable.
Sólo ellos son los que realmente saben lo que es, tanto la lucha (tan dura como agotadora y larga) como la victoria.
La derrota parece algo inexistente al oír hablar de semejante espectáculo, pero sí, existe. Aunque estas especiales contiendas suelen acabar en rendiciones (una forma de acabar un poco extraña comparada con la gran intensidad de la lucha). Rendiciones que se producen por cansancio tras ese largo enfrentamiento; por dudas sobre si su motivo es suficientemente fuerte y grande cómo para sufrir el dolor de la lucha y el de la derrota. Es cómo no volver a ver el sol salir, estar condenado a una oscuridad insondable e impenetrable aunque temporal; derramar tantas lágrimas como esfuerzos realizados (una forma delicada para esos grandes luchadores) y soltar esa rabia por necesidad, como una manguera enganchada con un zapato (del enemigo), con agua acumulándose y a punto de explotar.


Del cuaderno de mis metáforas inconcebibles...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Constante y frustrante antítesis.

Otra incertidumbre entra directamente en su cabeza para acabarla de enloquecer


Intenta aclararse. No pude.
Lo vuelve a intentar: se para, respira, reflexiona, piensa, habla. Ya está. Más o menos sabe lo que quiere, pero desea estar completamente segura y pide opiniones (le gusta).
En un encuentro de opiniones, otra vez sus esquemas se desmoronan, se deshacen completamente en letras que vuelven solitas a casa.
Alguien le ha dicho lo que ella cree que piensa realmente y no  lo que sus pequeños oídos quieren escuchar. Puede que esas punzantes palabras para su corazón tengan la razón que la misma razón le quiere dar: "El corazón tiene razones que la razón no entiende" (es una enamorada de esta frase).
No tiene muy claro lo que siente pero no quiere que sea así, quiere estar segura. Quiere que la razón de esas palabras caiga, no exista y se reencarne en las palabras de ese chico raro de la moto negra, roja y líneas blancas.


Vuelve a dudar. Cada vez que parece tener algo claro se da contra esa chocante pared (algunos lo definen como cruda realidad, aunque no sería el caso) porque cree que a lo mejor no es lo correcto, que va a sufrir (cosa inevitable, por otra parte).


Lo que tiene en verdad es miedo. 
Miedo a fracasar. Miedo a triunfar. 
Miedo a perderlo. Miedo a tenerlo. 
Miedo a hablarle. Miedo a no hablarle. 
Miedo a que la palabra "T'estim" salida de sus carnosos labios sea verdad. Miedo a que esa misma palabra sea mentira. 
Miedo a él
Miedo a sentirse querida por no sentirse despreciada después.


Los errores son errores y dicen que se aprende de ellos. Ahora me pregunto ¿cuál sería mi error si hiciera una  u otra cosa?



miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cambio de aires

Cerramos este cajón y lo hacemos para siempre. Lo dejamos lleno (a reventar) de risas, bromas, libros, folios, tizas voladoras, personas increíbles y otras un poquitín odiadas, pero ahí sobretodo dejamos nuestra etapa más inocente de nuestra vida, nuestra infancia.

Se cierra una puerta, una parte de nuestra vida queda encerrada en la memoria de todos para que después de varios años y alguna arruguita en nuestra cara, nos volvamos a reunir y revivir todo lo vivido.

Casi de sopetón veo una puerta al otro lado que, poco a poco, se abre y emana de ella una luz cegadora que impone. Me da miedo avanzar por ese pasillo inundado de luz pero no puedo parar, no debo. Esa puerta es la llave que abre mi vida, mi futuro. Es el lugar donde decidiré, aprenderé y cometeré errores, muchos errores. Es la llave de otra etapa y voy a afrontarla lo mejor que pueda, aunque ya antes de empezar se cruce por mi camino algún obstáculo difícil de superar: ÉL.

Aparecerán nuevas persones , que, como suele pasar, nos marcarán. Aparecerán nuevas dudas e inseguridades, que, al final, se nos pasarán. Aparecerán nuevas oportunidades, ideas e ilusiones, que sabremos aprovechar.

Quizá es lo que necesitamos todos: una entrada de aire fresco en nuestras ajetreadas vidas, una cambio de escena, sin dejar demasiado atrás la etapa que estos días cerramos.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Si no lo hubiera cambiado sería perfecto.

Tengo que confesar que no estoy muy segura de querer verlo, de ver su sonrisa de niño pintada en su traviesa cara, que sé que nunca podría olvidar. Sin querer sé que va a pasar.  Voy a ver esa sombra pegada a sus pies cada día, cada mañana hasta el mediodía; después olvidaré su presencia toda la tarde y me iré a dormir con esa absurda certeza de que después de desayunar, vestirme e ir hacia ese nuevo lugar le voy a ver, seguramente hasta le voy a saludar y volveré a oler ese embriagador perfume. Ahí supongo que sabré qué hacer aunque hasta en este instante en que escribo intento saber esa cuestión que no me deja de rondar la cabeza y no me deja pensar con la claridad que quisiera. 
¿Qué clase de mezcla es la que tengo en la cabeza? Es como si estuvieran haciendo un cóctel molotov y mi cabeza fuera la coctelera que no para de ser agitada.

Estas últimas semanas podía salir sin pensar en lo que él debía estar haciendo, ahora va y hace que otra vez él ocupe mi pensamiento, aunque no de la misma forma que hace unos meses atrás.
Ahora dudo. Tengo miedo a volver a caer en una red para después quedarme enganchada, ser liberada y volver a mar abierto, herida y con un sabor agridulce de boca.
No sé si quiero eso, no sé si quiero volver a caer en su red. No sé si debo buscar otra que me salve de la suya o simplemente quedarme en mi dulce pero salado mar, con mis pensamientos y mis sirenitas, y madurar hasta aclarar esta borrachera de dudas.
Ese miedo a caer en él me nubla, no lo puedo evitar pero es que siempre me saca una sonrisa, aunque esté enfadada, asustada, confusa... pero él quiso soltarme. 
Baah.. no quiero pensar más. 

     - ¡Chicas, vámonos de fiesta!

jueves, 1 de septiembre de 2011

Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Sí, hoy ya estamos en ese mes del cual no queremos ni oír el nombre (septiembre) , en el cual no sabes si alegrarte e ilusionarte por empezar algo nuevo o caer en una "mini" despresión posagosto.

Sinceramente, la minidepresión nos atrapa al tocar el día de hoy. Nos deprime ver que una parte de nuestro año, la mejor, se nos termina.
Se nos acaba estar hasta tarde sin preocuparnos de la hora o de si tenemos que madrugar, salir casi cada día, bailar hasta que en los pies hay más ampollas que piel, reír todo el día aunque sea por una tontería, cantar esas canciones en "inglés", nadar hasta límites insospechados, volar alto, soñar despiertos, hacer muchas locuras, hablar, aconsejarnos, ayudarnos, apoyarnos (un poco lo de siempre pero mucho más), conocer algún que otro borrachillo, ir a disfrutar de un sol radiante que ni siquiera nos permite pisar la arena que hace arder nuestros pies que ya van corriendo al agua, pero al tocarla te piensas mil veces si entrar o no, porque está , según te parece a ti, helada. Es una sensación única, un contraste especial: frío y calor a la vez en un mismo cuerpo. Produce un pequeño escalofrío en el que te das cuenta de que realmente estás disfrutando del verano, de NUESTRO VERANO.
Un verano en el que hemos estado, sobretodo, juntos (como esa canción: juntos, café para dos... ). Hemos compartido no sólo un día de playa, sino muchos; hemos compartido fiestas (cada semana, como un ritual); hemos compartido noches mágicas bajo un cielo infinito decorado con pequeñas estrellas y una luna que al mirarla hechizaba; hemos compartido cama y cojín, bebidas y patatas fritas a altas horas de la noche; hemos compartido lo mismo de siempre -abrazos, caricias, besos, apoyos, lágrimas, guiños, secretos... - pero un poquito más, meriendas, desayunos a horas no muy "decentes" pero sobretodo hemos compartido la buena vida y lo hemos hecho al máximo, como se debe.
Ha sido el verano que quería, el que deseaba, el verano de mis 16.
Probablemente no vuelva a haber uno igual pero estoy muy orgullosa de saber que lo he vivido como quería, con mis queridos chicos y chicas. Son lo mejor que tengo.
No voy a echar de menos este verano, lo tendré siempre presente, le quiero demasiado.