jueves, 26 de enero de 2012

Cuando la noche es más oscura, la estrella polar sigue brillando

El mundo cae lentamente encima de ti; notas su gran peso sobre tus espaldas y parece más grande de lo que realmente es. Los muros de cualquier habitación en la que estás se vuelven negros y no ves más allá de la puerta, que va cerrándose para que deje de filtrarse la poca luz que queda. Todo el universo parece haberse puesto de acuerdo para que toda su masa se vaya desmoronando dentro de tu cabeza. 
Deseas escapar, escapar de esa situación tan claustrofóbica que ahoga, te absorbe y no te permite ni abrir los ojos. Deseas despertar de esa horrible pesadilla que estás viviendo, de ese mal sueño que no te deja ni ser tu misma, que hace que solo quieras cerrar los ojos muy fuerte y al levantar las pestañas lentamente te encuentres tumbada de lado con la manta hasta el cuello, de noche, con las persianas cerradas y con el sólo hilo musical de la lluvia cayendo. Ha sido un sueño. Solo deseas poder decir estas palabras. No es así. No estás soñando, no estás delirando, no estás en una especie de éxtasis por el estrés. Solo vives la cruda realidad, la que te impide caminar al mismo paso que el tiempo. Solo consigues ser arrastrada por la corriente de los segundos y de las lágrimas que te van cayendo al ver lo que en realidad está pasando.
Quieres negarlo, estás irritable, no te aguantas ni a ti misma, saltas a la primera de cambio y lloras por cualquier cosa. No puedes ni oír un ¿cómo estás?, porque aún tus orejas no han oído el cómo, tus ojos ya están mojados y es cuando todos te miran. Aquí deseas no existir. Deseas que la mismísima tierra te trague. Ponerte a correr. Coger una moto, cualquiera, aunque no sepas conducirla y huir, ir lejos de todos donde no puedan verte. Huir de ellos. Huir de ti. Huir de la realidad
Entonces te das cuenta que necesitas aire. Necesitas abrazos de solo tres personas: él, tu madre y la única persona que ha conseguido arrancarte una sonrisa en el día más gris de tu vida. Ahí ves realmente quién está a tu lado en los momentos cruciales. Nadie hace un sprint solo para que no te derrumbes por un malentendido, solo esa persona
Cada vez demuestra que es la única persona que está a mi lado, para lo que sea, en la que puedo confiar y llorar hasta que mis ojos queden tan secos como el Sáhara y que saque la niña pequeña que llevo dentro.
Solo te quedan dos opciones: quedarte atrás con tus penas y encerrarte en una espiral de confusión, o seguir adelante como él quiere que hagas. Aunque esté a unos kilómetros de mi y tumbado en una cama sé que quiere que esté bien, que cuide de todos los míos y que siga mi vida, porque él pronto volverá.

jueves, 19 de enero de 2012

Como tus dedos pintándome la espalda

Me gusta que no existas. Así, puedo verte sin mirarte, puedo hablarte en silencio y llamarte a miradas.
Me gusta porque así puedes ser el fantasma que de vez en cuando se cuela en mis pensamientos desordenándolos todos con dulces besos en la espalda que hacen que un escalofrío recorra todo mi cuerpo. 
Me gusta porque cuando existes puedo contarte todo y más, y cuando no existes puedo pedirte que te acerques, me sonrías y me alegres.
Consigues, sin existir, que resurja de mis propias cenizas, como el ave fénix.
Sin existir, haces que cada mañana tenga otro color, aunque solo consiga verte yo; que cada mueca de mi cara quede reflejada en un espejo en el que tú vives; que cada paso que doy me recuerde que por ahí me ha parecido soñar pasear contigo de la mano, helada por el frío.
Me gusta saber que contigo, o con tu imaginaria presencia, conseguiré perder el miedo y a saberme refugiar en ti, en tu dulce abrazo que logrará que el resto del mundo no me importe mientras sienta tu brazo tras mi espalda.
Eres como la primera flor de un almendro: dulce, preciosa, única, como tú.

y pensar que sólo estoy usando mi mejor arma, la imaginación...

lunes, 16 de enero de 2012

No te prometo nada, no hay nada asegurado, aún así asumiré el riesgo.



Paseos largos a lo largo de calles largas demasiado transitadas para ser domingo por la tarde en el viejo pueblo. Aparento estar tranquila, pero la procesión va por dentro, no todo es perfecto. Inconscientemente voy hasta tu encuentro con el único anhelo de emprender un vuelo hacia un lugar intangible, etéreo, en el que podamos recortar distancias lentamente con el único fin de crear algo a partir de una sola gota de lluvia, pequeña, llena de tanto, que resulta inexplicable dar a entender lo que hay concentrado en ella, en su interior; algo solo comparable a tener el cielo entre mis manos o notar como mis pies dejan de tocar el frío suelo en un vuelo sin destino.
Puede que haya muchas posibilidades, que existan muchos caminos por los que transitar, muchos libros que leer y muchas canciones que escuchar, y es que es imposible recorrer cada centímetro de mi propio cuerpo hasta conocerlo a la perfección. Por eso creo que a veces hay que arriesgar, unas veces se gana, otras se pierde, otras te mantienes, pero cuando sabes que hay alguien o muchos alguien dispuestos a no soltarte la mano decides saltar, hacia el vacío, sin casco ni cuerda, en un vano intento de querer ser valiente, sin que ello acarree una victoria segura.
Aunque puede complicarse la cosa, y acabar dando vueltas en círculo, la decisión está tomada, puede que por medio camino dejes algo, pero sabes que después de haber cruzado un gran laberinto vas a volver atrás, con la seguridad de no equivocarte, a reunirte con quién dejaste atrás y a mantener quién te ha acompañado durante el salto.

domingo, 8 de enero de 2012

Frío

Helándome en una habitación cada vez más fría y oscura, ansiosa de encontrar algo de calor ahora que tus abrazos ya no me pertenecen, que tus suspiros ya no van dirigidos a mí, que tus miradas me esquivan y tus palabras engañosas van en otras direcciones.
Mi estrella se ha apagado y sólo quedan algunos vestigios de un pequeño cometa que surcó nuestro cielo, pero que quedó varado en un punto que fue el que cerró la última puerta que yo había abierto con la esperanza de que ésa sería la que dejaría las luces abiertas durante el tiempo en qué tu corazón latiese hasta un momento indefinido.
La línea se acabó antes de que yo fuera a cerrar todas las luces de la habitación, con las bombillas desgastándose poco a poco y yo negando ir a comprar recambios. Me gustaba demasiado esa luz. Qué estúpida. Después de intentar seguir y con esfuerzos vanos para que fuera así, se apagaron.
Ahora el corazón que está dejando de latir es el mío, congelándose en un cielo oscuro; dejando de volar, con los pies en el suelo y un río de agua salada en mi almohada.

Gracias a un hermano postizo, unas amigas que no son NI UNAS y una familia única creo que de este nudo en la garganta y en la boca del estómago haré humo y de mis miedos haré valentías. [jugando con efectos]

martes, 3 de enero de 2012

Año nuevo, empezar de nuevo

Ella. 11 días. Recuerda esa imagen. Su retina decidió guardarla en su memoria más reciente por ella. Una imagen tierna y a la vez sensual, con un toque pícaro.
Él encima de ella. Sus cuerpos desnudos deseosos de tenerse, cómo un niño pequeño la noche de reyes. Un impulso la invita a sentarse y a agarrar con sus manos la esbelta figura que se erguía encima de su cuerpo y no soltar el torso moreno de lo que ella consideraba su particular protector.
Se reclina sobre él, pegando sus brazos a su torso desnudo también, joven y suave. Él con sus brazos forma una presa alrededor de ella con el fin de demostrarle que la protege. Justo esta imagen es la que ahora ella no logra quitarse de la cabeza. Ese gesto de protección ya no está y ahora más que nunca se siente desnuda sin él, como salir de casa con la sensación de haber dejado algo pero sin lograr saber qué. 
A pesar de la carga que supone esta imagen la recuerda como algo sencillo, natural como el deseo de dos jóvenes de saber que la confianza entre ambos puede ganar a sus inseguridades y complejos y algo tan mágico como lo que tenían.
Ella intenta no pensar demasiado, le conviene pero esta imagen es la portada de un álbum de recuerdos que va a ser difícil de esconder al menos durante un tiempo. Ella misma lo sabe y ella misma lo va a conseguir. Porque aunque cueste sus ojos están cansados de derramar agua salada por algo que fue bonito, pero ve que ahora no vale la pena y sabe que quizá nuevas esperanzas puedan ayudarla a seguir llenando ese álbum de imágenes que va a ser su vida. Ahora con un año nuevo delante y a un par de días de volver a empezar la maldita rutina va a exprimir todo el tiempo para no pensar en él y entretenerse a buscar nuevas rutas que explorar, nuevas estrellas que descubrir, nuevos universos que mirar.
Realmente, hoy se ha dado cuenta de que quizá no es tanto lo que perdió, porque ve que ha ganado mucho más.



FELIZ AÑO NUEVO!!!