Dos manos juntas, dos cuerpos al borde de tocarse, cuatro ojos buscándose, dos narices bailando a centímetros la una de la otra.
hasta mis locuras se quedan a medias sin ti |
Un olor que se impregna en su recién deshecha cama después de que las ganas de jugar los venzan y acaben revolcándose en un sinfín de caricias.
Dos ojos marrones, no, verdes, no, miel. Se puede nadar en ellos, en su dulzura capaz de atraer a la más despistada de las abejas y, ese mirar... esa forma de conseguir que las sombras que pasan por delante se conviertan en aire, pasan a formar parte del oxígeno que respiran, se esfuman, por la intensidad que sus miradas entrecruzadas buscan, encuentran y quedan fijas.
Tres canciones sonando en la cabeza. Muchas melodías, todas hablan de lo mismo o tal vez lo parece... solo consigue advertir ciertas frases, todas van por ella, por él, por los dos.
Cuatro días a los que va a escupir en la cara de la distancia y va a seguirlos tan de cerca que en menos de lo que el sol arranca ya habrá oscurecido, y la luna, siempre su confidente y ayudante le dará todas sus estrellas para poder tejer su particular cielo protector en la carrera hacia él. Porque al fin y al cabo solo es eso. Su desesperado anhelo de que vuelva. De sentir su respirar lento en su pecho y su corazón tranquilo y acelerado en su cuerpo.