sábado, 26 de noviembre de 2011

Is just an illusion?

No sé si queriendo o no, me estás acostumbrando a que oiga tu voz sin asustarme, sin tener miedo a escucharla, a que todo sea tranquilidad sea real, aunque suene cortada y áspera. Tus palabras suenan dulces en mis oídos que durante mucho tiempo las han extrañado, pero al mismo tiempo no las querían ni oír mencionar, ni siquiera querían oír mencionar tu nombre.
En el fondo, tanto mis orejas, como mi cerebro, como mi confuso corazón querían saber de ti. Si estabas bien, qué hacías cada día, si me echabas de menos o si quedaba algún vestigio de lo que un día fuiste y lo que llegaste a ser para mí.
Cada día estás avanzando poco a poco para intentar mejorar las circunstancias fatales que tú mismo un día construiste y que precisamente fueron fruto de tu conducta. La verdad es que cada vez que pienso en ellas, ese tiempo se vuelve una eternidad llena de angustia, como si me estuviera sumiendo en una negra noche, con algún que otro relámpago asomándose. 
Esa sospechosa dulzura que desprenden tus palabras hacen que me pierda en ellas, me estoy dejando llevar por y en ellas, aunque me estoy dando cuenta de que debo ser cauta. 
El estúpido anhelo que durante tanto tiempo ha albergado mi alma, se está medio cumpliendo, todo sea dicho no de la forma en qué esperaba. Ese estúpido anhelo es el que cada vez que voy a casa me sienta confusa pero en el fondo feliz de saber que puedo abrazarte, sin la misma rabia que tanto me ha consumido, los restos de la cual viven en algún lugar olvidado de mi corazón, perdido contigo y exhausto de idas y venidas.
Quizá el hecho de haber vuelto la vista atrás, más allá de los últimos años, ha hecho que nos demos cuenta de que esa sensación extraña que sentíamos los dos no era más que las ganas de tenernos y sonreírnos al ver que un día esas sonrisas formaban parte de otro mundo, de otra realidad, de la arcadia perdida, de mi paraíso creo que ya perdido también.
Ahora me pregunto si todo este conjunto de sensaciones, emociones, palabras, rincones de confusión y fotos antiguas servirán para algo, para cumplir mi anhelo, de ver que si el tiempo no puede volver atrás nosotros podamos intentar recuperar el tiempo que el propio tiempo nos robó producto de tu estupidez. Estoy dispuesta a ir por el camino que me lleve a ti, pero a ti, el de siempre, al de ese segundo piso, con terraza y trastero donde jugábamos todos. Porque parte de mí sigue allí, mi parte más profunda, el segmento más corto y espiritual de mi alma está allí y sé que también el tuyo lo está.
Aun así, durante este lapso de pensamientos que ha durado ya varios años he aprendido varias cosas que la vida me ha querido brindar y que considero demasiado valiosas como para olvidarlas: la primera, es que no debo hacerme ilusiones porque al más mínimo desvío de miradas se pueden derrumbar, ocurre así, en décimas de segundo, en centésimas, en milésimas... La otra, que las palabras se las lleva el viento, son lo hechos los que verdaderamente hablan, y es que si los antiguos romanos ya lo decían (verba volant, scripta manent) debía ser por algo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Revolution





Control. Parece que últimamente esta palabra es la única que podemos llegar a entender. Una constante vigilancia que nos persigue vayamos donde vayamos; un ojo atento que mira todos y cada uno de nuestros movimientos para memorizarlos y captarlos al más mínimo detalle, para después poder hacer un examen sobre lo que un día en un momento concreto vio. 
Un control exhaustivo de unos a otros, pero sobretodo un control sobre nosotros mismos. Sin poder evitarlo tenemos la cabeza envuelta en la idea que debemos controlar nuestros impulsos, nuestras verdades, nuestras ganas de actuar, por culpa de esos malditos ojos que te están observando y tú quieres evitar a toda costa su insistente persecución. Esa sensación de sentirte observada por personas que ni siquiera conoces pero que sabes que van a hablar de ti, esa presión que te producen, ese control que pretenden ejercer sobre ti les funciona, te cohíbe, te corta y no sigues tus impulsos.
Ahora parece que con todo esto nos quieren cortar las alas, nos quieren impedir pensar, quieren que seamos felices a su manera, cómo dicen ellos, cómo mandan ellos, cómo creen que a todos nos va a funcionar. Ignorantes son los que quieren tener el control, porque cada uno de nosotros debemos luchar por una libertad, quizá utópica, pero al fin y al cabo por la libertad de poder besar en medio de un pasillo sin sentirte observada y posteriormente criticada, la libertad de poder dar un abrazo a tu madre en medio de la calle y no sentir varios ojos fijos en ti, que desprenden un desprecio considerable, como si demostrar tu amor y alegría fuera un pecado, ni que fuéramos bichos raros por demostrar nuestros sentimientos, por no seguir su "manual de felicidad" que según ellos es el único y mejor. No pueden entender como alguien intenta ser feliz a su manera, siempre y cuando tenga la libertad de poder hacerlo.
Quiero ser yo misma la que renuncie a ese control que yo misma me impongo, quizá por el miedo del control externo. Quiero seguir mis impulsos, sean cuales sean, quiero ser libre de poder besarle con todas mis ganas sin que nadie me mire mal y que él haga lo propio. Quiero abrazar a mi amiga en medio del pasillo sin que me critiquen porque ella lo necesita y es más importante su felicidad que la envidia que todos los demás puedan sentir, y sí, quizá sea un pensamiento un poco egocéntrico pero no pienso quedarme de brazos cruzados mientras unos simples ojos intenten controlarme.


¡Reflexiones diferentes de un martes demasiado largo!

sábado, 19 de noviembre de 2011

Huele a ti

Un embriagador perfume se deja calar en toda mi habitación después de una estancia intensa. Mi sentido del olfato más fino que nunca y más en esta situación se deja impregnar por ese olor cautivador y hechizante que alguna que otra vez se cuela en mi habitación. 
No me doy cuenta y siento que me persigue esa fragancia, aunque me mueva, vaya donde vaya, respire donde respire, hable donde hable, ella no se separa de mí; mi nariz no quiere renunciar a perderla, sigue estando en una especie de hipnosis espiral que la tiene enganchada a ella, a esa fragancia, a ese perfume, sin querer estirar ni un momento su onda de olfateo vuelve a sentirla en ráfagas mucho más fuertes y queda tranquila al notar que mi memoria la tiene ya interiorizada y captada. Mi cerebro la reconoce al instante, sabe perfectamente con quién debe emparentarla y lo que ello significa: has estado aquí.
Paro, huelo: mi habitación huele a ti, mis peluches huelen a ti, mi sofá huele a ti, mi silla huele a ti, mi sillón huele a ti, mi teclado huele a ti, mis castaños cabellos huelen a ti, mi piel dulcemente acariciada por ti, huele a ti
Has estado aquí y ahora lo único que me queda de tu visita es tu olor al que no pienso renunciar hasta que vuelva a tenerte entre mis brazos para volver a espirarlo y volver a empezar ese círculo vicioso que me produce y esas ganas de no querer separarme de ti, nunca.




Hoy te toca a ti cumplir tus dulces 16 y pienso en lo mucho que me habría gustado que tú hubieras estado conmigo en los míos, por eso yo voy a estarlo. Aprovéchalos, pasan demasiado rápido y sólo te llevo 3 meses de ventaja. Te quiero y me estoy dando cuenta de que cada día más.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Si te parece bien, vamos a ser felices



Vuelves a ser quién cada mañana me roba una sonrisa o una mirada cómplice. Otra vez intento hacer las cosas bien para no meter la pata como suelo hacer, para después acabar metiéndola y comiéndome la cabeza pensando que tú estarás furioso. Vueltas y vueltas es lo único que hace mi cabeza incapaz de concentrarse  en lo que ya tendría que saberse. Suena mi teléfono y tu voz más floja y suave que nunca me dice:
-¿Bajas?
Oh, estàs aquí. Mi cuerpo va más rápido que mi lengua que solo alcanza a soltar un ¡voy!. Y efectivamente, estás ahí, con tu querida moto negra y tu chupa de cuero, inseparable en los días de frío, esa con una raya negra y otra azul, que tanto tú como yo adoramos. 
Sin saber cómo vas a reaccionar me acerco lentamente y cuidadosamente sin querer molestarte. Sólo tres palabras salen de tu boca: Qué tonta eres. Me quedo en silencio y dejo que acabes. ¿Cómo puedes pensar que me voy a enfadar contigo? No te comas tanto la cabeza, estoy contigo.

Me bastó, esa escena me bastó para darme cuenta de que no me arrepiento de haber vuelto a caer en tu red. No me arrepiento de querer verte a todas horas como solía hacer antes; ahora te busco hasta por los rincones más insólitos, y consigo encontrarte. Necesito olerte o al menos tener algo que me recuerde a ti en todo momento, y tú me lo has regalado
Me he dado cuenta de que ahora ya solo necesito un cruce de miradas, ni siquiera una sonrisa quiero, me basta ver tus ojos marrones mirando los míos, marrones también. 
Te has vuelto a convertir en eso que para mí resulta tan difícil de explicar, esa sensación extraña de ir a la cama pensando en que tú también debes estar en ella, tapado hasta el cuello. Te has convertido en la única persona capaz de transformar un día de perros aunque soleado, en apenas media hora, en una rato maravilloso y que no cambiaría por nada ahora mismo. 
Quizás seas inestable, inmaduro, con demasiadas ganas de llamar la atención, obsesionado con algunos temas e hiperactivo, pero eres mío. No pienso cambiarte, ahora ya no y creo que tú igual, aunque tanto tú como yo hagamos sacado nuestra vena más celosa, sé y yo sé que sabes, que te quiero y que tú, como me has demostrado, también me quieres, aunque a veces te cueste decirlo.

a ti, pequeño, que nunca vas a saber de su existencia.