lunes, 29 de agosto de 2011

Que no acabe nunca






Sentir el cansancio en tus piernas y no poder parar de bailar.
Sentir el cansancio en tu cara y no poder parar de reír.
Sentir el cansancio en tus brazos y no poder parar de levantarlos y escribir muchos "te quieros".
Sentir el cansancio en tu lengua y no poder parar de hablar y cantar.
Sentir el cansancio en ellos y no poder parar de hacer tonterías.
Sentir el cansancio en mi cerebro pensativo y DEJARLO solo para no parar de reír.
Sentir el cansancio de toda una semana reflexiva y dejarlo atrás para pasar 12 horas sin ninguna preocupación, simplemente sintiendo el cansancio de eso mismo, de la libertad, de la alegría, de la fiesta.
¡Un cansancio demasiado agradable!

P,D.:  ¡Quiero repetirlo!

viernes, 26 de agosto de 2011

¿Por qué ahora?

 - Bueno, y tú, ¿qué tal? ¿No tienes nada qué contarme?

+ Me da corte...

- No seas tonto, conmigo no te tienes que cortar. Hay confianza.

+ Pues que... Hay días, bueno semanas, en las que te echo de menos. Me arrepiento..., pero lo sé: lo hecho, hecho está.




¿Cómo me dice ahora que me echa de menos? ¿Qué hago yo?
Lo único que alcanzo a hacer es quedarme en mi negra y cómoda butaca esperando a que mi cabeza nerviosa reaccione; que mi cerebro, ahora atontado, responda mientras sus palabras están haciendo estragos para abrir un camino hasta mi corazón que no sabe qué siente.


Ahora que empezaba a iluminarse el callejón del olvido en mi fiestera cabeza, vuelve y me apaga todas las luces. No sé si llega tarde o justo en el momento idóneo, aunque creo que ni yo ni él ni nadie lo sabe ni lo sabrá...
En verdad, no me ha pedido nada, pero la sola palabra EXTRAÑAR salida de su boca (o manos) ya me hiela todos los poros de mi cuerpo descompuesto.
Tenía que decírmelo ahora, justo ahora, cuando hacía ya alguna que otra semana que no hablábamos (creía que era lo mejor no hablar tanto), cuando ya he pasado lo que yo misma bauticé como "seguir adelante": un largo trance de apoyos, lágrimas, risas y fiestas.
Simplemente seguí su último consejo: pasar de él y, a otra cosa, mariposa. Aunque ciertamente no lo cumplí al 100%.
Y decidme , ¿qué hago yo ahora si ni siquiera sé si siento algo por él?
Dónde hubo fuego, quedan cenizas, dice un dicho popular, pero... ¿de verdad me conviene (y quiero) soplar y que vuelva a prender esa llama?
Demasiadas preguntas sin respuesta me hago,  mientras mi estómago me pide a gritos que este nudo en su boca, causada por la incertidumbre, se vaya.



martes, 23 de agosto de 2011

Lo dice todo. Es exactamente tu (nuestra) historia.

Sólo cuando oigo tu voz clara, transparente, fuerte, gritando, mi razón puede llegar a entender que es mejor un largo silencio que no ese mar de mentiras y insultos gritados, a los que me tienes acostumbrada, que das a un viejo teléfono móvil que ni siquiera es tuyo, que acumula tus fieras palabras para hacerlas llegar a mi exhausta cabeza.
Ahora, cómo siempre, me pregunto cuál fue tu error, cuál fue tu motivo (si tuviste alguno), si te arrepientes. 
Caíste, pero nos arrastraste también a nosotros. Nosotros sin querer ni saber, caímos detrás de ti, en el mismo pozo lleno de barro que aún ahora nos cubre y ahoga.
Sé que en algún momento de lucidez en tu mundo oscuro, te arrepientes pero tu estúpido y gran orgullo sumado a un no sé que, que me gustaría (o no) averiguar te impiden reconocerlo. Así que sigues en tu línea, machacándome, cómo si aún pudieras tener algún efecto sobre mí -desgraciadamente, lo tienes, pero no como ni a ti ni a mí nos gustaría.
¿Por qué te sigo queriendo? ¿Por qué quiero verte y abrazarte, y a la vez, quiero olvidarte?

En una ocasión me dijiste, llorando, que habías dedicado una canción a la mujer a la que más querías. Me la hiciste escuchar. Fito, ¡cómo no! Con sus letras preciosas y en ese caso más precisas que nunca.
Hoy la he vuelto a escuchar después de varios meses y, hoy no me ha caído ninguna lágrima, al fin lo he logrado, pero cada una de las palabras que acompañan esa bella melodía ha vuelto a retumbar en mi cerebro y hacen que en este momento yo me pueda contestar a la pregunta de antes: "No sé restar, tu mitad a mi corazón".


P.D.: ahora lo he vuelto a hacer, me he vuelto a emocionar, ¿conseguiré hacerlo alguna vez más?

domingo, 21 de agosto de 2011

Desorden veraniego

Quedan dos semanas de este maravilloso verano que estamos aún disfrutando. Un verano, ¿por qué no? Diferente.


Nos lo hemos comido, nos lo hemos pasado de fiesta en fiesta, de pueblo en pueblo, de casa en casa. Ha sido increíble la rapidez con que pasa.


Ha sido un verano de cambiar el día por la noche; de irse a dormir cuando sale el sol y levantarse cuando se pone; de arreglarnos, vestirnos, maquillarnos para acabar muertas de calor, despeinadas y sin ni una pizca de maquillaje en nuestras cansadas caras.
Ha sido un verano en el que he viajado; he conocido lugares nuevos y he vuelto a algunos ya casi olvidados. He conocido muchas historias de estos lugares y de otro tipo de historias. He visto algún que otro fantasma. He visto películas de miedo. Hemos comprado 14 cubatas. Me he puesto ropa que era de mi madre cuando tenía mi edad.
Me han dejado; he llorado, he llorado mucho y sola. He hecho amigos nuevos y he fortalecido mi amistad con los viejos. He ido en bici donde no pensaba que llegaría. Me han presentado a gente. He conocido, también mejor a mis amigos, observando desde otro punto de vista. He hablado, mucho. Me he aburrido, y también he estado largas horas delante del ordenador. Casi no he encendido la tele. He nadado. Me han dado una fiesta sorpresa; me he vuelto un año mayor; me han tirado a una piscina con ropa y por la noche. He ido en bus. He discutido. Me han castigado. He repasado de la escuela. No he sabido qué ponerme. He hecho muchas fotos. He echado y echo de menos. He visto a personas que hacía 13 años que no veía y no pude despedirme de ellas. He vuelto a sentir esa estúpida esperanza de cambio. Me han ayudado y me han apoyado. Me han abrazado y besado. También he besado yo. He bebido agua salada y he tenido agua en las orejas (¡cómo molesta!). He mirado un cielo infinito lleno de estrellas y el mismo, vacío. He visto la luna en todas sus formas y la he visto irse con nosotros a dormir para dejar sitio a nuestro querido Lorenzo. Me han hecho un blog. Me he saltado algún que otro STOP. He hecho muchas cosas que no había hecho nunca y todas las quiero repetir. Pero este verano , sobretodo, he bailado y he reído mucho, muchísimo.


Aunque lo mejor ha sido compartirlo con todas mis princesas y mis proyectos de hombres preferidos.
Son esas personas que consiguen que cada día, cada fiesta, cada momento sea único, irrepetible y especial.


Sé que el próximo no va a ser igual pero espero que todo lo bueno de esto verano sea lo malo del siguiente.
Sí, quedan dos semanas pero quería hacerme un resumen a mí misma de lo que han sido estos ESPECTACULARES tres meses y aún nos queda. Seguro que me he dejado muchas cosas. 
Chicas, chicos, gracias. Lo voy a echar de menos.







viernes, 19 de agosto de 2011

ELLA. YO.

La angustia le corroe por dentro. Ahora no ve más allá de esas risas vacías y punzantes de hoy, pero hoy ella no reía con los demás, era el objeto de ellas.

Se siente devorada por ese extraño sentimiento que aún no sabe identificar.
Está cansada de ser ella, de ser ese conjunto de cuerpo, alma y mente. Desearía desaparecer y encontrar lejos de aquí su lugar, su soñado sitio, dónde ella pudiera sentirse ELLA, sin necesidad de que nadie le recordara que es diferente, lo es y le gusta pero hasta cierto punto y parece que a todos les cuesta pillar ese punto donde termina la gracia y empieza a ser desagradable.

Puede (y es) que no siempre sea así y que no siempre se sienta igual pero en estos momentos, sin necesidad, se odia a sí misma por ser como es. Gran error. Aunque ella lo ve, sabe que no puede cambiar lo que siente, por mucho que quiera y lo intente.

La han comparado con otras y ve que, parece que muchos quieren que cambie,que se convierta en lo que son otras, quieren que sea otra, igual que las demás. Pero ella es diferente y no quiere cambiar; "cada uno es como es -piensa ella- ¿para qué quieren que cambie? ¿Para contentarlos a ellos?"

Ahora tiene miedo de que la presión tenga más fuerza que ella y acabe haciendo lo que desean los demás. Sería ahí donde se fallaría a ella misma y ya nunca encontraría ese extraño lugar al que ella cree que pertenece.

martes, 16 de agosto de 2011

Tus dudas son mis dudas



Una infancia vivida, años de vernos día a día y sin darnos cuenta de que un día de ellos veríamos en nosotras aquellas personas en las que confiar, en las que encontrar ayuda, apoyo, consejo. En las que encuentras miradas cómplices, risas tontas y no tan tontas, carcajadas por tonterías y, a veces, alguna que otra lágrima que la una seca a la otra con un beso o un gran abrazo.

Minutos de música llena de significado y emoción pueden describir perfectamente lo que sentimos y sin saberlo, al escucharlas, sabemos lo que siente la otra y entendemos que nos necesitamos.
Esas canciones hermosas junto a esas letras que penetran en nuestro sensible músculo rojo nuestro nos indican que solo son una de esas partes de nuestra especial amistad, estas son el signo de ella, nuestro himno.
Me has enseñado tanto y lo que espero que me enseñes.

Somos muy jóvenes (apenas unos dulces 16) y queramos o no nos asaltan muchas dudas; no sabemos lo que sentimos y nos confundimos. Sin embargo, sabemos reconocer una buena amiga en nosotras.
Estas dudas nos hacen comernos la cabeza (cosa normal, ¿qué haríamos sin ellas en nuestra cabeza?)  nos hacen estar confusas, distantes y es cuando o alguien se da cuenta o tú explotas. Ahí siempre voy a estar yo para aconsejarte, ayudarte, darte mi opinión (a veces, muchas, equívoca) o sonreírte.

Nuestra telepatía es única y ya no nos hacen falta miradas para saber lo que una piensa, para entendernos. Es lo que me gusta de nuestra amistad; un silencio nos basta. Es más sencillo de lo que podemos imaginar. Eso es nuestra amistad: SENCILLEZ.

domingo, 14 de agosto de 2011

No hay sonrisa sin lágrima




No te das cuenta y el tiempo pasa demasiado rápido, imperceptible ante nuestros confusos ojos que ya no saben dónde mirar. No ven que cuando tú quieres detener el tiempo ellos deben pararse a admirar la pureza, la alegría, la emoción del momento y no sólo centrarse en transmitir a tus secos labios,  helados de frío, lo que acaban transformando en una frase suspirada: " ¡Qué rápido pasa el tiempo!".


Tendríamos que entender de una vez que el tiempo siempre sigue un mismo curso, no elige pasar rápido o lento, solamente pasa siguiendo su ya conocida ruta; somos nosotros con nuestros sentidos los que, como una ilusión de mago, le damos velocidad o le aminoramos el paso.


Tendríamos que entender que no podemos volver atrás ni tampoco acelerar. Vivir cada momento al máximo, suena a tópico,lo sé, pero.... ¿hay filosofía mejor?


No podemos evitar el paso del tiempo al igual que no podemos evitar la marcha de alguien, la primera gota que cae de una nube al empezar a llover o que se contagie la risa de un bebé.


Pasa que a veces estos momentos que tenemos que vivir al máximo (CARPE DIEM dirían los romanos) a veces son amargos, ácidos y en ese instante no quieres disfrutarlos, quieres pasarlos tan rápido como sea posible, sin darte cuenta de que son esos los que en realidad hacen que tú puedas sentir que un buen momento es bueno de verdad.


Sí, todo pasa, tanto lo bueno como lo malo, y lo único que podemos y debemos hacer es caminar de la mano del tiempo, nuestro aliado y enemigo a la vez.

martes, 9 de agosto de 2011

¡Resaca dieciseisañera!

Siempre me he preguntado cuál es la mejor forma de demostrar que alguien te importa. He pensado que puede ser un simple gesto o palabra aunque después lo analizo y veo que estos signos pueden ser falseados fácilmente.

Pienso que a todos los seres humanos que habitamos este increíble planeta: grandes, chicos, buenos, malos, altos, bajos, guapos, feos.., nos gusta, alguna vez, que se nos demuestre lo que importamos a los demás y ver lo mucho que se nos quiere.
Ver cada persona que está a tu lado y sentir que verdaderamente le importas, se preocupa por ti, te apoya, te ayuda, te anima, te seca las lágrimas, te saca una tímida sonrisa, pero no sólo están en lo malo (aunque es ahí donde se ve quienes son) también están en los mejores momentos de tu existencia recordándote por milésima vez que te quieren y están dispuestos a demostrarlo.

Esas personas (las mías, los mejores, lo mejor que tengo) decidieron demostrármelo de la mejor manera que hubiera podido imaginar. Uno de mis decenas de deseos se cumplió.
Me hicieron feliz en mi día especial. Hacía 16 años que había nacido y casi nunca me había sentido tan especial y tan querida como en ese instante en que sonó "cumpleaños feliz" de Parchís y salieron todos de sus escondrijos como niños pequeños jugando a escondite o conejitos saliendo de su madriguera.

Esas caras nerviosas al no poder más de impaciencia. Esos ojos brillantes en todos ellos. Esas risas contagiosas que no se podían despegar de nuestros labios.
Mi corazón latía rápidamente y aún más cuando vio mi vida junto a ellos enfrente de mis emocionados ojos. Mi regalo, mi precioso, dulce, emocionante y querido regalo.

Respiración cortada, palabras trabadas, pura emoción, fueron mi respuesta a sus palabras.

Fue una noche mágica en la que hice una cosa que nunca había hecho antes y estoy dispuesta a repetir. Una noche pintada no de estrellas, si no de nuestras risas tontas y contagiosas antes de irnos a dormir y un bello y cálido despertar en un paraíso; nuestra felicidad.







Para mí, esta ha sido la prueba de que ELLOS me quieren, ya lo sabía pero no creí que mereciese tanto. ¡LOS AMO!

lunes, 8 de agosto de 2011

16 añitos fiera...

Hoy, mi cumpleaños.


Decenas de deseos se asoman por mi confusa cabeza. Algunos ya viejos se dejan ver como siempre. Viejos porque hace ya algunos años que me rondan la cabeza. Otros más recientes también vienen con fuerza, mucha fuerza.


Puede que lo que parece más lógico sea pedir ser feliz. Yo no lo voy a pedir.


La felicidad es fugaz, efímera, momentánea, pero sabes que te llegará. 
La felicidad no es eterna; siempre hay algo que trunca ese estado. Pero es la gracia que tiene. ¿Qué sería la vida sin caídas?


Las caídas, lo errores, los bajones, las tristezas son las que impulsan que se cree, a veces a nuestro alrededor, ese estado de felicidad y no sólo individualmente, porque cuando ves a alguno de tus amigos y amigas feliz sabes que tu también, aunque sólo sea en un rinconcito de tu alma, lo eres.


Podría pedir mil cosas materiales, un viaje o dinero. Podría pedir ser rica y no tener que trabajar; tener al hombre perfecto (que no creo en él, me gustan las personas con defectos). Podría pedir volver el tiempo atrás como últimamente estoy deseando. Podría pedir un futuro seguro, detener el tiempo... Puedo pedir muchísimas cosas que no pediré.


Me gustaría pedir repetir un día como el de hoy, en el que mucha gente piensa en y en el que no he podido pasar mejor tarde con mi querida mami. Pero tampoco lo voy a pedir.
Podría pedir volver a ver a esas personas que por algunas circunstancias ya no están a mi lado pero tampoco lo voy a pedir.

Después de pensarlo mucho ya sé lo que voy a pedir antes de irme a dormir...pero no lo voy a decir, ¡quiero que se cumpla!

domingo, 7 de agosto de 2011

Todo llega, todo pasa.

Seguir adelante no significa olvidar todo lo vivido. No significa renunciar al recuerdo de lo malo, del "error". No significa mentir y decir que todo está bien cuando en realidad no puedes más y lo único que quieres es llorar, porque al volver a verle me di cuenta de que no quiero seguir adelante. Quiero retroceder en el tiempo y quedar aferrada a él y a todos los momentos que vivimos.


Me di cuenta de que por mucho que lo desee no debo mirarlo, no debo hablarle (pero lo hago) hasta que después de un largo trance de apoyos, lágrimas, risas y fiestas haya conseguido seguir adelante, eso es lo que realmente significa.


Significa poder verle, abrazarle y reírnos de lo que un día fuimos. Significa poder bailar hasta un nuevo día sin una fachada bonita que tapa la derrumbada faz. Significa que alguien me abrace porque le apetece y no porque yo lo necesite. Significa que nadie tenga que preocuparse por mí. Significa recordar ese momento con una sonrisa en los labios y no con lágrimas en los ojos.




Significa quedarse con la parte buena de las cosas.

jueves, 4 de agosto de 2011

La música del cor


" Tu i jo tots sols. De renou de fons els nostres cors bategant un al costat de l'altre. El teu batega ràpid, accelerat, desbocat, com sempre i per un motiu que tu dius que no importa dir. El meu batega tranquil, pausat perquè sap que ara tot està bé, tot és perfecte. En certs moments sí que s'accelera, però ben aviat torna al seu batec automàtic i sincer. Sap que està bé al teu costat. Sap que el teu batec desbordat juntament amb el meu tranquil formen una perfecta melodia."
Això seguia pensant fins fa ben poc.

A la nostra perfecta melodia alguna cosa li ha passat.
Un dels nostres cors ha desafinat. Pentura va ser que el principi d'aquesta melodia va ser massa ràpid, d'un ritme accelerat (activat just pel desig de tenir-nos). Pensava seria un crescendo i després d'ell seguiria el seu ritme.
No volia una melodia eterna, a més, sabia que no ho seria, però no esperava un diminuendo tan de sobte.
Aquesta, per jo, ha estat la millor melodia que qualsevol músic hagués pogut fer. Ho ha estat pel simple fet que l'hem composta plegats, junts, amb els nostres cors com a instruments. Aquests instruments que encaixaven perfectament, ara, han desafinat. El teu ja no sona igual i a mi m'agradaria tornar-lo a sentir al meu costat amb la mateixa intensitat de batec.
Sé que no serà així, de moment. Qui sap si un dia tornam a reempredre aquesta melodia nostra?
Però crec que ara, a la MEVA cançó li fa falta un bon solo: un solo d'aquells que et posen la pell de gallina i fa que els pèls dels braços s'ericin. Uns d'aquests solos.
Perquè pot ser que tu ja no hi siguis de la mateixa manera, però jo seguiré endavant per aconseguir compondre la millor cançó que les meves petites orelles i el meu íntim món hagin sentit mai.

martes, 2 de agosto de 2011

DOLCE VITA

Las seis de la tarde del último día y domingo de julio, me despierto después de dormir unas siete horas porque la noche anterior no pegué ojo.

La razón de mi noche en vela es que esa noche había fiesta, esa fiesta que no nos queríamos perder. Esa fiesta en la que antes de que empiece sabes que te lo vas a pasar genial.

Es verano, estás con cuatro chicas a las que adoras, has pasado un día estupendo: muchas risas, juegos, playa...
Llega la noche. Nos vestimos, nos pintamos, nos arreglamos. Cada una con su modelito y algunas con nuestro queridos tacones.


Bajamos a cenar, ya estamos. Después de cenar, como no, vamos a pasear. Miramos la gente recordando las anécdotas de la noche anterior.

La fiesta no empieza. Nos impacientamos pero sabemos que de un momento a otro empezará y así es.
Suena una canción: Dolce vita. Corriendo vamos a bailar. Cómo me gusta bailar, no pararía nunca.
Cuando bailo todo, todo se me olvida, solo puedo sentir la música en mi y mi cuerpo reacciona bailando y no puede ni quiere parar.

Ellas parece que no lo sienten tanto como yo, pero también bailan. A mi estrella le gusta tanto como a mí y somos las que empezamos y no paramos hasta el final.
Sobre la una y media empieza a animarse de verdad. Los chicos también están; intentan bailar pero digamos que no es su fuerte y nos reímos.
Queremos intentar guardar cada instante con una foto o un vídeo pero es imposible meter en ellos tanta alegría y disfrute.

Mi Estrella, mi hermana y yo no paramos. 
Los chicos ya se van, nos despedimos y seguimos bailando. También se apuntan mi querida Titi i mi compi. Ahora sí estamos todas. Hasta las cuatro aguanto mis queridos tacones y me pongo plana. ¡Qué descanso! Ya no sé ni andar.
A las cinco y media ya casi no me muevo. Sólo aguanta mi Estrella pero para justo después que yo.
A las seis de la mañana nos retiramos a intentar dormir almenos tres horitas para después regresar a casa con el buen sabor de boca de haber pasado una noche inolvidable.

lunes, 1 de agosto de 2011

Estamos locos y no sabemos lo que queremos

Sabemos que no sabemos NADA.


No sabemos que queremos ser de mayores; no sabemos si queremos crecer; no sabemos que queremos hacer ni hoy ni mañana ni ahora mismo; no sabemos a quién amar porque ni siquiera sabemos si queremos amar; no sabemos si queremos volar, alto y lejos, o quedarnos en tierra firme, donde todo parece más seguro; no sabemos si desaparecer o no; no sabemos si escaparnos o no. 
No sabemos casi nada.


Porque lo único que sabemos es que queremos vivir cada minuto de nuestro presente con esas personas que en un día te pueden enseñar que no eres nada sin ellos; que se pueden enfadar y al rato estar abrazándose (porque no sabemos lo que hacemos), que podemos reír por un simple nombre horas y horas.
Sabemos que nos encanta hacer locuras a todos y cada uno de NOSOTROS. Y es lo que nos hace disfrutar de este caminito que vamos haciendo grande juntos.
Eso sí, sabemos que queremos ser felices, pero con una condición fundamental, ser felices todos juntos con nuestra querida y única locura.