miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sus labios

Ellos me llaman. Gritan mi nombre como lo hace mi cama cuando me muero de sueño. Parece como si pudiera oír su voz cruzando a tientas una habitación oscura llena de vacío y abrazos rotos, y de un largo camino de soledad apenas guiado por un pequeño candil que es el resultado de la suma de todas esas palabras acumuladas en mis oídos y ojos durante estos días, por parte de los que apuestan porque siga con mis sueños.
Ellos me llaman. Me piden que vaya a su lado, que conmigo se sentían bien, y que a pesar de todo no me querían perder. Me dicen que ellos también se calmaban en los míos cuando estaban sedientos y que me echaban de menos cuando ni siquiera podían intercambiar un suspiro, quizá, a veces, ahogado, y otras, cortado de impaciencia.
Ellos me llaman. Me dicen que notan que su mundo sigue igual, que nada ha cambiado, siguen rodeados de lo de siempre y sin agua salada mojándolos; pero para mí sí, que para mí ya no es lo mismo, que mi mundo, dónde ellos tenían un lugar privilegiado ya no está: se ha transformado en una espiral de lágrimas y canciones que no ayudan a dormir y invitan a soñar con él.
Ellos me llaman. Y yo soy capaz de ver que a mi alrededor todo sigue igual, que yo sigo haciendo las mismas cosas y  que los coches siguen circulando sin intermitentes, pero ellos han notado que no lo hago con el humor de siempre, porque los míos ya no sonríen, solo hacen algunos amagos para tapar su posado de media luna al revés. 
Ellos me llaman. Parece que los oigo. Lástima que sean las dos de la madrugada y esté soñando despierta.



sábado, 24 de diciembre de 2011

Verso acabado.

Cómo algo que esperas puede doler tanto. 




Cuando todo es negro, cuando la oscuridad coge el cetro y gobierna, y ni siquiera el reflejo de la luz de la luna puede colarse en mi habitación con las persianas abiertas; yo, en la ventana pensando alguna que otra tontería, con NUESTRA canción sonando en mis orejas, como si los auriculares funcionaran de compresores taladrando el fino tímpano.
Ahora me doy cuenta de que sí, ha terminado, se ha acabado. Tú y yo. Ya no volverá a existir y un "lo que no ves" ya no va a ser la melodía de fondo de nuestra historia, aquella que por ella misma formaba su propia canción, en la que esta última nota falsa ha acabado de fastidiar esta estrofa.

Toda esa niebla, esa asfixia constante ha logrado ahogarme y vencerme. Ha podido conmigo a pesar de mis esfuerzos relativamente grandes ya que no lo han sido lo suficiente. Veo que la niebla anterior solo era el pequeño precedente de la que noto ahora al disimular una estúpida sonrisa para que las persones que de verdad me quieren no sepan que por dentro me estoy derrumbando, estoy desgarrada, muerta de miedo al sentir que mi particular protector y fuente de alegría no está, por eso mi rostro nada en un mar de agua salada que gota a gota se va colmando.

Hemos pasado millones de instantes juntos, buenos, malos y muy buenos y puedo decir que repetiría cada uno de ellos sin pensármelo dos veces, ni siquiera por un segundo. No me arrepiento de haber caído por segunda vez en su red, que por lo que veo tenía un agujero enorme y yo no sabía (quería) verlo.
Lo que siento ahora mismo no es rabia ni enfado, sólo siento unas ganas terribles de besarte, besarte por última vez. 

lunes, 19 de diciembre de 2011

Miedo a perderte



Otra vez una densa niebla ha vuelto a atravesar mi ordenada vida. Otra vez esa sensación angustiosa, asfixiante ha vuelto y no me deja respirar. He sentido mi corazón acelerarse y pausarse casi al mismo intervalo de tiempo sin ningún tipo de altercado, solo con el objeto de hacerme sentir mal, cayendo desde un precipicio a 100km/h y sin paracaídas, con esa sensación de sentirte culpable por matarte y con la seguridad de que el dolor se acabará, de forma abrupta, fuerte.
La necesidad de respirar, la necesidad de oír ciertas palabras, la necesidad de asegurar mi estupidez salida de tu boca, con la certeza de que no aceptarás los motivos que la impulsaron. El orgullo parece ir por delante y no eres capaz de rectificar lo que al parecer, reconoces como mi error. Y, yo sé que no es así, el error no sólo es mío. Pero la niebla me impide decirlo. El miedo me paraliza y no me deja avanzar, prefiero callar y evitar cualquier tipo de altercado para no desmontar tus pequeñas estructuras de vida, en las que, , me incluye, pero lo que me jode (perdón por la expresión) es no saber hasta que punto estoy yo en tu lista, en la lista de personas que te importan. Por suerte o por desgracia, tú sabes que para mí eres el primero y no he dudado ni un segundo en demostrártelo, quizá ése ha sido mi mayor error. No puedo evitar querer estar atada a tu mirada, no quiero renunciar a sonreírte cada mañana, no pienso irme adónde quiera que sea, sin besar tus labios, todas las veces que sean necesarias para quedarme totalmente satisfecha.
Sigo empeñada en recomponer una historia de cuento, aún sabiendo que no existe. Sigo empeñada en querer ser tu centro de atención, para que el príncipe me cuide y me lleve en volandas a un lugar muy muy lejano. Sé que toda esa falsa realidad no existe pero mi cabeza cree que quizá tú, también lo pienses. 
"Un final feliz es una historia sin acabar" se decía en una película de Brad Pitt y Angelina Jolie, quizá esta historia pueda dibujarse sin finales, en línea continua. Sé que es una utopía, tu inestabilidad es tan marcada que ni la montaña rusa más alta y enredada puede superar las curvas verticales que dibujas con tu humor, con tu cariño, con tu ánimo.
Y ahora yo, estoy confusa, sin saber qué hacer ni decir, sólo sé que quiero tenerte a mi lado, que tengo ganas de ti, que tengo sed de ti, y estoy bebiendo ginebra, mientras tú dices que todo va bien. Eso va a verse con el tiempo. 
No voy a dejar que algunos mosquitos chupasangre, con pintas de inocentes mariposas, se salgan con la suya. Voy a luchar por lo que quiero, y lo que quiero eres y lo sabes. Ahora espero lo mismo de ti.

lunes, 12 de diciembre de 2011

nueve doces

besos en la frente
abrazos dulces
miradas perdidas en la del otro
ganas de tenernos
deseo cumplido
necesitar oír tu corazón junto al mío
coger velocidad
planes de escapar
sedienta de ti
calmarme en tus labios
esperarme en mi portal
tardes pintadas de risas
quererte, querernos

domingo, 11 de diciembre de 2011

Haz de tus intenciones, hechos.

De alguna manera siento como si el olor que ahora mismo desprende mi ropa me devolviera cada uno de los instantes que he pasado a tu lado. Este olor a chimenea con una pizca de tu colonia hacen que cada vez me sienta más tuya, porque aunque intentes negarlo, renunciaste a mí y yo a ti, durante demasiado tiempo. 
Quizá ahora te estés dando cuenta de lo que de verdad vale la pena, quizá ahora veas de una vez cuáles son tus prioridades y lo que más quieres en esta vida y intentas recuperarlo luchando con las pocas fuerzas que te quedan.
Estás viendo en primera persona que una vida se está apagando poco a poco, lenta y discretamente, como la hoguera que va disminuyendo su fuerza, y te das cuenta que no tenías que haber desaprovechado los miles de segundos que ahora te parecen lejanos, como un coche a toda velocidad avanzando en una recta interminable y en pendiente.
Por eso, ahora estás dispuesto a dar el salto, a dar ese paso de gigante, a actuar de una vez por todas y yo estoy dispuesta a escucharte y a abrazarte con todas mis fuerzas, ya no quiero volver a perderte.
Tus lágrimas hacen que mi corazón se encoja de tal manera que queda reducido a la medida de un guisante y no puedo soportar la idea de tu dolor.
Necesito que me demuestres que estás a mi lado, necesito poder contar contigo y tenerte siempre que lo necesite, te has ausentado demasiado tiempo...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Despacio, vas construyendo a mi lado, la pequeña y acogedora casita que seré.

Puede que para ti no signifique lo mismo. Puede que para ti diez minutos con solo mi compañía sea algo usual, habitual, algo tan natural casi como respirar, porque son muchos años de compartir risas tontas, frases célebres, bromas sin sentido, canciones malas, bailes improvisados y miradas que hablan por si solas, aunque nuestras bocas tampoco callen.
Quizá es porque hoy me he levantado sensible culpa de un mal tiempo que no sirve mucho de amigo de la alegría; he tenido la necesidad de observar mi alrededor, de repasar el día de ayer, que fue bastante completo, lleno de fechas, nombres de ilustres personajes históricos y científicos. Sin embargo, lo que me quedó más no fueron todos esos datos esquemáticamente asimilados, sino que me quedé con solo dos ratitos: los que tú estuviste conmigo.
Tú, tan alegre y activa como siempre entras como un terremoto en mi habitación haciendo temblar todos mis esquemas y con tu habitual, ligera y preciosa gracia te sientas y empiezas a hacer de las tuyas: me coges los papeles y empiezas a hablar, no paras, eres como una máquina y sin darme cuenta estoy llorando de la risa. No puedo parar. Cuando lo consigo, seguimos hablando y te confieso que contigo no tengo ningún tipo de reparo en contarte o decirte las cosas.
Dicen de la confianza que es muy difícil de ganar y demasiado fácil perderla; contigo esta definición no es válida. Contigo tengo confianza desde el mismo día en que nací y la tendré hasta que mi vida se apague, ya sea lentamente o como un rayo, pero no se acabará porque aunque nosotras no estaremos físicamente, nuestra confianza va estar siempre, aunque sea reencarnada en nuestras hijitas o hijitos.
Sabes qué necesito a cada segundo, a cada mirada. Sabes responderme de la forma más exacta, que nadie pudiera podido imaginar y sabes que mis desahogos son como el agua que se le da a un sediento.
Estar a tu lado me produce esa sensación de estabilidad, de tranquilidad, en la que siento que nada puedo estropearse. Porque eres mi ángel, el que me cuida de todas mis caídas, que me previene antes y después, aquél que en un día desolado me anima cantando en castellano una canción que está sonando en inglés, TÚ eres eso, eres locura.
Son estos pequeños momentos de reflexiones, de confianza, de risas, de charlas, los que para mí valen la pena y hacen que valga la pena que formes parte de mi vida y no quiera que jamás te desprendas de ella. Aunque estos sean pequeños detalles, ya sabes lo que dicen:
"En la vida lo importante son los pequeños detalles"; tú eres el más p(-reciado-)equeño que tengo. Te quiero mucho y te agradezco de forma inmensamente infinita la paciencia que depositas en mí. 


algo de ti, algo de mi, en esencia, es lo mismo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Niebla


Esta sensación me está ahogando y lo peor es que lo está haciendo lentamente para que yo misma vea como me estoy marchitando. Siento que me ha robado las ganas de luchar contra ella, me ha absorbido la energía para dejarme tirada en la cuneta de mi propia cama.
Estoy harta de sentir una rabia interior que ha aparecido casi sin motivo alguno o aparente; harta de sentir unos celos incontenibles que nunca antes habían acontecido en mi tranquilo interior y me hacen sentir extraña y estúpida; harta de este cansancio eterno y absorbente de cada una de mis sonrisas que poco a poco se camuflan entre un semblante estoico y tapado por una cortina de cabellos completamente despeinados y dormidos aún; harta de fingir un estado soñoliento que prácticamente no existe; harta de levantarme cada día con la certeza de que esa sensación no tardará en volver y que voy a volver a sentirme estúpida por cada uno de mis hechos, que al llegar la noche repasaré (por mucho que ya se hayan fundido con los segundos pasados).
Necesito salir a la superficie y respirar; respirar aire puro, limpio, libre, de montaña o de playa, de dónde sea, pero respirar.
Quiero que la lluvia que estos días ha sido el apoyo de mi estado de ánimo (camuflado, escondido como siempre) moje ahora mi jersey de lana y empape mis nuevas gafas con sus lindas y refrescantes gotas, pero que éstas sean sinónimo de alegría, por mucha paradoja que pueda formarse.
Quiero aparecer en el paraíso en el que he estado hasta mi situación de tedio actual que aún ahora intento descubrir cuál ha sido su causa. Quizá esta necesidad de respuestas sea una de ellas, una de las causas de mi lenta asfixia.
El aire cada vez me llega menos y me siento claustrofóbica, como en un ascensor que va llenándose macabramente de agua. 
Necesito salir.


sábado, 26 de noviembre de 2011

Is just an illusion?

No sé si queriendo o no, me estás acostumbrando a que oiga tu voz sin asustarme, sin tener miedo a escucharla, a que todo sea tranquilidad sea real, aunque suene cortada y áspera. Tus palabras suenan dulces en mis oídos que durante mucho tiempo las han extrañado, pero al mismo tiempo no las querían ni oír mencionar, ni siquiera querían oír mencionar tu nombre.
En el fondo, tanto mis orejas, como mi cerebro, como mi confuso corazón querían saber de ti. Si estabas bien, qué hacías cada día, si me echabas de menos o si quedaba algún vestigio de lo que un día fuiste y lo que llegaste a ser para mí.
Cada día estás avanzando poco a poco para intentar mejorar las circunstancias fatales que tú mismo un día construiste y que precisamente fueron fruto de tu conducta. La verdad es que cada vez que pienso en ellas, ese tiempo se vuelve una eternidad llena de angustia, como si me estuviera sumiendo en una negra noche, con algún que otro relámpago asomándose. 
Esa sospechosa dulzura que desprenden tus palabras hacen que me pierda en ellas, me estoy dejando llevar por y en ellas, aunque me estoy dando cuenta de que debo ser cauta. 
El estúpido anhelo que durante tanto tiempo ha albergado mi alma, se está medio cumpliendo, todo sea dicho no de la forma en qué esperaba. Ese estúpido anhelo es el que cada vez que voy a casa me sienta confusa pero en el fondo feliz de saber que puedo abrazarte, sin la misma rabia que tanto me ha consumido, los restos de la cual viven en algún lugar olvidado de mi corazón, perdido contigo y exhausto de idas y venidas.
Quizá el hecho de haber vuelto la vista atrás, más allá de los últimos años, ha hecho que nos demos cuenta de que esa sensación extraña que sentíamos los dos no era más que las ganas de tenernos y sonreírnos al ver que un día esas sonrisas formaban parte de otro mundo, de otra realidad, de la arcadia perdida, de mi paraíso creo que ya perdido también.
Ahora me pregunto si todo este conjunto de sensaciones, emociones, palabras, rincones de confusión y fotos antiguas servirán para algo, para cumplir mi anhelo, de ver que si el tiempo no puede volver atrás nosotros podamos intentar recuperar el tiempo que el propio tiempo nos robó producto de tu estupidez. Estoy dispuesta a ir por el camino que me lleve a ti, pero a ti, el de siempre, al de ese segundo piso, con terraza y trastero donde jugábamos todos. Porque parte de mí sigue allí, mi parte más profunda, el segmento más corto y espiritual de mi alma está allí y sé que también el tuyo lo está.
Aun así, durante este lapso de pensamientos que ha durado ya varios años he aprendido varias cosas que la vida me ha querido brindar y que considero demasiado valiosas como para olvidarlas: la primera, es que no debo hacerme ilusiones porque al más mínimo desvío de miradas se pueden derrumbar, ocurre así, en décimas de segundo, en centésimas, en milésimas... La otra, que las palabras se las lleva el viento, son lo hechos los que verdaderamente hablan, y es que si los antiguos romanos ya lo decían (verba volant, scripta manent) debía ser por algo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Revolution





Control. Parece que últimamente esta palabra es la única que podemos llegar a entender. Una constante vigilancia que nos persigue vayamos donde vayamos; un ojo atento que mira todos y cada uno de nuestros movimientos para memorizarlos y captarlos al más mínimo detalle, para después poder hacer un examen sobre lo que un día en un momento concreto vio. 
Un control exhaustivo de unos a otros, pero sobretodo un control sobre nosotros mismos. Sin poder evitarlo tenemos la cabeza envuelta en la idea que debemos controlar nuestros impulsos, nuestras verdades, nuestras ganas de actuar, por culpa de esos malditos ojos que te están observando y tú quieres evitar a toda costa su insistente persecución. Esa sensación de sentirte observada por personas que ni siquiera conoces pero que sabes que van a hablar de ti, esa presión que te producen, ese control que pretenden ejercer sobre ti les funciona, te cohíbe, te corta y no sigues tus impulsos.
Ahora parece que con todo esto nos quieren cortar las alas, nos quieren impedir pensar, quieren que seamos felices a su manera, cómo dicen ellos, cómo mandan ellos, cómo creen que a todos nos va a funcionar. Ignorantes son los que quieren tener el control, porque cada uno de nosotros debemos luchar por una libertad, quizá utópica, pero al fin y al cabo por la libertad de poder besar en medio de un pasillo sin sentirte observada y posteriormente criticada, la libertad de poder dar un abrazo a tu madre en medio de la calle y no sentir varios ojos fijos en ti, que desprenden un desprecio considerable, como si demostrar tu amor y alegría fuera un pecado, ni que fuéramos bichos raros por demostrar nuestros sentimientos, por no seguir su "manual de felicidad" que según ellos es el único y mejor. No pueden entender como alguien intenta ser feliz a su manera, siempre y cuando tenga la libertad de poder hacerlo.
Quiero ser yo misma la que renuncie a ese control que yo misma me impongo, quizá por el miedo del control externo. Quiero seguir mis impulsos, sean cuales sean, quiero ser libre de poder besarle con todas mis ganas sin que nadie me mire mal y que él haga lo propio. Quiero abrazar a mi amiga en medio del pasillo sin que me critiquen porque ella lo necesita y es más importante su felicidad que la envidia que todos los demás puedan sentir, y sí, quizá sea un pensamiento un poco egocéntrico pero no pienso quedarme de brazos cruzados mientras unos simples ojos intenten controlarme.


¡Reflexiones diferentes de un martes demasiado largo!

sábado, 19 de noviembre de 2011

Huele a ti

Un embriagador perfume se deja calar en toda mi habitación después de una estancia intensa. Mi sentido del olfato más fino que nunca y más en esta situación se deja impregnar por ese olor cautivador y hechizante que alguna que otra vez se cuela en mi habitación. 
No me doy cuenta y siento que me persigue esa fragancia, aunque me mueva, vaya donde vaya, respire donde respire, hable donde hable, ella no se separa de mí; mi nariz no quiere renunciar a perderla, sigue estando en una especie de hipnosis espiral que la tiene enganchada a ella, a esa fragancia, a ese perfume, sin querer estirar ni un momento su onda de olfateo vuelve a sentirla en ráfagas mucho más fuertes y queda tranquila al notar que mi memoria la tiene ya interiorizada y captada. Mi cerebro la reconoce al instante, sabe perfectamente con quién debe emparentarla y lo que ello significa: has estado aquí.
Paro, huelo: mi habitación huele a ti, mis peluches huelen a ti, mi sofá huele a ti, mi silla huele a ti, mi sillón huele a ti, mi teclado huele a ti, mis castaños cabellos huelen a ti, mi piel dulcemente acariciada por ti, huele a ti
Has estado aquí y ahora lo único que me queda de tu visita es tu olor al que no pienso renunciar hasta que vuelva a tenerte entre mis brazos para volver a espirarlo y volver a empezar ese círculo vicioso que me produce y esas ganas de no querer separarme de ti, nunca.




Hoy te toca a ti cumplir tus dulces 16 y pienso en lo mucho que me habría gustado que tú hubieras estado conmigo en los míos, por eso yo voy a estarlo. Aprovéchalos, pasan demasiado rápido y sólo te llevo 3 meses de ventaja. Te quiero y me estoy dando cuenta de que cada día más.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Si te parece bien, vamos a ser felices



Vuelves a ser quién cada mañana me roba una sonrisa o una mirada cómplice. Otra vez intento hacer las cosas bien para no meter la pata como suelo hacer, para después acabar metiéndola y comiéndome la cabeza pensando que tú estarás furioso. Vueltas y vueltas es lo único que hace mi cabeza incapaz de concentrarse  en lo que ya tendría que saberse. Suena mi teléfono y tu voz más floja y suave que nunca me dice:
-¿Bajas?
Oh, estàs aquí. Mi cuerpo va más rápido que mi lengua que solo alcanza a soltar un ¡voy!. Y efectivamente, estás ahí, con tu querida moto negra y tu chupa de cuero, inseparable en los días de frío, esa con una raya negra y otra azul, que tanto tú como yo adoramos. 
Sin saber cómo vas a reaccionar me acerco lentamente y cuidadosamente sin querer molestarte. Sólo tres palabras salen de tu boca: Qué tonta eres. Me quedo en silencio y dejo que acabes. ¿Cómo puedes pensar que me voy a enfadar contigo? No te comas tanto la cabeza, estoy contigo.

Me bastó, esa escena me bastó para darme cuenta de que no me arrepiento de haber vuelto a caer en tu red. No me arrepiento de querer verte a todas horas como solía hacer antes; ahora te busco hasta por los rincones más insólitos, y consigo encontrarte. Necesito olerte o al menos tener algo que me recuerde a ti en todo momento, y tú me lo has regalado
Me he dado cuenta de que ahora ya solo necesito un cruce de miradas, ni siquiera una sonrisa quiero, me basta ver tus ojos marrones mirando los míos, marrones también. 
Te has vuelto a convertir en eso que para mí resulta tan difícil de explicar, esa sensación extraña de ir a la cama pensando en que tú también debes estar en ella, tapado hasta el cuello. Te has convertido en la única persona capaz de transformar un día de perros aunque soleado, en apenas media hora, en una rato maravilloso y que no cambiaría por nada ahora mismo. 
Quizás seas inestable, inmaduro, con demasiadas ganas de llamar la atención, obsesionado con algunos temas e hiperactivo, pero eres mío. No pienso cambiarte, ahora ya no y creo que tú igual, aunque tanto tú como yo hagamos sacado nuestra vena más celosa, sé y yo sé que sabes, que te quiero y que tú, como me has demostrado, también me quieres, aunque a veces te cueste decirlo.

a ti, pequeño, que nunca vas a saber de su existencia.

lunes, 31 de octubre de 2011

Decisiones, miles de decisiones se asoman por nuestras ocupadas cabezas cada día. Algunas automáticas, como la de levantarte por la mañana porque tienes que ir al colegio, otras obvias como la de vestirte, aunque esta puede complicarse al intentar decidir qué ponerse. Algunas se toman sin pensar, son tan habituales que ya ni nos paramos a pensar que esa acción, ese acto, es una decisión que tomamos, aunque inconscientemente, como la de ir al baño o cualquier otra costumbre cotidiana. Estas decisiones un día las elegimos y las tomamos por costumbre.


Otras decisiones son fáciles, como puede serlo decidir si cantar o bailar en la ducha, o decidir si comer galletas o magdalenas en las mañanas de invierno; un chocolate bien caliente y espeso, o un café con leche recién sacado de la cafetera, que desprende ese aroma embriagador capaz de atrapar a cualquiera. Estas pueden que conlleven un poco más de conciencia en el momento de elegir pero no tanto como otras.


Hay decisiones imposibles, en las cuales la imaginación coge la batuta y dirige tu pensamiento; pretende volar, huir donde ni el recuerdo te reconozca,  crear un arcoiris de miles de colores, caminar sobre las nubes, dejar de tocar el suelo... Por mucho, que las tomemos no las vamos a realizar pero su solo articulación en la mente ya anima a cualquiera.


Las decisiones difíciles pueden ser decisivas, como las que determinaran, queramos o no, nuestro futuro: elegir una carrera, elegir ser buena persona, elegir los amigos en quién puedes confiar, elegir con quién pasar el resto de tu vida, aunque este hecho ya no signifique lo mismo.


La decisión de querer ser buena persona es la más difícil de todas, nunca vas a actuar bien, ni para unos ni para otros. Al no querer descontentar a unos, descontentas a los otros, sin querer. Tu estado no permite que tú mismo lo veas con tus propios ojos. Tomas la decisión, la confiesas y en ese momento, al ver la reacción, te das cuenta del desacuerdo de una de las partes, incluso a veces, por parte de los dos muestran. Parece que no se puede actuar bien sin dañar a nadie. Cada vez parece más incomprensible, que al querer actuar bien, acabes actuando mal, y sufriendo tú misma las consecuencias, consecuencias que suelen ser duras porque decepcionas a una de las partes. Al decepcionar a alguien, te das cuenta de que a ti alguna vez también te han decepcionado y recuerdas esa sensación extraña, mezcla de rabia y tristeza, que no sabes como expresar. 


, lo admito, pretendo ser buena persona para no decepcionar a alguien, y siempre acabo haciéndolo. Creo que empieza a ser hora de aprender la lección y mirar un poco por mí, aunque cueste. Hoy he decepcionado a mi alguien. Me arrepiento y me siento mal por ello. Estoy cansada de tener que mediar siempre entre dos opciones, a veces preferiría que alguien me dijese, ¡cállate y quédate en casa!, quizá así no decepcionaría a nadie.

sábado, 22 de octubre de 2011

Ya nada volverá a ser como antes

Extrañar a alguien por el simple hecho de quererlo demasiado y darte cuenta de que ni él ni tú sois capaces de entender que a veces la balanza cuesta equilibrarse. No saber que tienen que pesar más, la rabia, el dolor y las mentiras, o la añoranza de un tiempo que no volverá, una página de un viejo libro que nunca va a abrirse de nuevo, cerrado por completo y cubierto de centímetros de polvo que de vez en cuando alguna que otra mente intenta recordar con un éxito relativo. Porque sólo recordar lo bueno no siempre funciona. Ayuda a ver una realidad lejana, feliz, reconfortante pero a la vez te muestra lo que un día tuviste y que de alguna manera y por varias circunstancias no tienes. Profundizar en ellos puede ayudar o destrozar toda una fortaleza montada a base de pequeñas piedras que poco a poco se han ido recogiendo, en un camino no muy agradable. De recuerdos se puede vivir pero no se puede vivir en el pasado, queramos o no, el pasado, la mayoría de las veces, ha sido mejor, pero pasado está. Nuestro deber es continuar, seguir ese camino, aunque sea difícil, haya piedras o ramas, o sea un verdadero "camino de rosas". El pasado puede ser la base de algo nuevo pero sin esperanza y sin ganas de vivir sólo se queda en eso, en una base y una base sin nada es algo demasiado simple. Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo esa base tiene que ir aumentando con diferentes ingredientes que un preciado presente va añadiendo. Nuestro futuro es incierto, y la base sirve para intentar asegurar un buen final, pero sin una buena elaboración nuestra tarta particular se va a quedar en nada. 
Recordar lo malo no significa amargarse la vida, significa ver como a pesar de todo sigues aquí, con gente al lado y con la mejor de tus sonrisas o lágrimas. Si lloras es porque sientes y si sientes es que estás vivo. Aprovechar que estamos vivos a cada segundo, no mirar tanto por los demás y aprender a ser un poco egoístas. Actuar bien y poder ir con la cara alta tienen que ser requisitos imprescindibles para que un día podamos acarrear las consecuencias de toda decisión con la certeza de que en ese momento hacías lo que querías y que te sirvió para después de una gran llorada, una gran sonrisa asomara por tu cara.
La balanza algún día se equilibrará, hasta entonces actuar significará hacer las cosas como se sienten sin tener que arrepentirse de nada y con la cara bien alta. Significará estar al lado de quién lo necesite en un momento y saber poner los puntos sobre las íes en otros. 
Cada uno de estos puntos, solo sirven para justificar la añoranza que siente alguien mezclada con la impotencia de no poder cambiar unos hechos demasiado reales y unos recuerdos que han marcado demasiado.


Pensamientos enterrados que a veces salen sin querer. Gracias mamá.

sábado, 15 de octubre de 2011

HAMLET.




Después de tres meses he vuelto a pasar por ese camino rodeado de plantas con flores violetas, amarillas, verdes y blancas, pero había más que de costumbre y además tenían un color más brillante.
He cruzado ese viejo portal y la he visto en la terracita con el perro al pie de la escalera, mirándome y meneando la cola. He decidido optar por el acostumbrado saludo que ellos mimos me enseñaron una vez. Al ver que ella también me ha divisado entre la espesura verdosa, mi cerebro no ha dado otra orden que correr hacia ella y abrazarla como creo que hace años que no la abrazaba. Mil lágrimas incontroladas se han deslizado sobre mi compuesto y estudiado rostro, que minutos antes había prometido delante del espejo ser fuerte y no llorar demasiado. Inútil promesa esta, imposible de cumplir.
He cruzado la cortina, de un frío cortante. Dos muletas y un hombre esperándome en medio de la sala. Para mi sorpresa no me quedo parada al verle, no paso indiferentemente de esa figura como otras veces también hubiera querido ser capaz de hacer, pero vuelvo a correr hacia él casi derribándolo en el suelo, que últimamente, no había pisado. Nos fundimos en un abrazo demasiado esperado, lleno de una impaciencia esfumada y miedos transparentes. En ese momento solo mi cabeza piensa en que es un sueño, algo irreal, que no estaba pasando y que mi subconsciente me volvía a traicionar.
Lo primero que me ha despertado de mis altos pensamientos ha sigo su olor, su bendito olor. Sigue oliendo igual que cuando yo lo veía como un gigante. Ese perfume que desde el mismo día en que se lo compró se convirtió en mi esencia preferida. Aún más lágrimas se perseguían por la pista de mi cara.
Algo más urgente en ese momento me llama desde lo más hondo de mi cuerpo. Me falta él, mi tesoro. ¿Dónde está? Ella me indica su alcoba, en la que él nació. Tumbado esperaba que yo llegara. Al fin, su (mi) deseo se ha cumplido. No puedo parar de besarle la frente, las mejillas, de agarrarle las manos fuerte y decirle que le quiero mucho y que lo he extrañado mucho. Ahora sí puede decirse que mis ojos son dos cascadas que brollan agua a máxima corriente. Es increíble ver como la vida puede deshacerse en tan poco tiempo. NO puedo evitar tumbarme a su lado y llorar junto a él. No pienso, sólo estoy con él y me habría encantado quedarme así todo el tiempo que hubiera podido.
Decido ir a ayudarla para que él esté mejor. Paro a hablar con esa persona a la que quiero con toda mi alma, a la que he temido muchas veces, a la que he tenido una rabia inmensa.... Verlo así me ha hecho dar cuenta que no puedo seguir queriendo ser la fuerte, ahora toda mi fuerza debe estar con él, con ellos.
Sin querer me fijo en su vieja cicatriz de guerra. Me paro y veo que no recordaba ese mínimo detalle de su cuerpo, cosa que me destroza y me impide seguir hablando por unos segundos, hasta que logro recomponerme, al menos la fachada. Su cara parece no corresponder con la cara que yo conocía al ver cada día esa marca. Todo ha cambiado tanto... quizá demasiado.
Vuelvo con mi maestro, le digo que voy a volver pronto pero que tiene que mejorar, que ahora toda mi fuerza, mi voz y mi cuerpo van a estar a su lado siempre que pueda. Soy parte de ellos. Un te quiero mucho mi niña es lo que sale de su seca boca, contrastando con sus empapados ojos.
Salgo no quiero hacernos más daño despidiéndonos. Al menos he conseguido hacerlo reír.
Mi pequeño monstruo no ha parado de saltar e ir de un lado para otro para demostrar que él también me echaba de menos.
Otro abrazo con las muletas a cada lado y un Gracias por ser como eres sale de su emocionado estado, y un regalo me entrega: un libro-caja.
Me duele irme pero no queda más remedio. No puedo hacer esperar tanto.
VOLVERÉ. He aprendido que hay que dar todo lo que se pueda para que todos podamos estar bien, si el que tiene que actuar bien, lo hace, y yo voy a ser la primera, voy a dar (si ya no lo he dado) el primero de muchos pasos.



miércoles, 12 de octubre de 2011

El mejor maestro

El que me enseñó que lo más mínimo puede tener un valor enorme. El que me enseñó que la sencillez es la mejor virtud de una persona. El que me enseñó que un segundo a su lado era un tesoro que no todo el mundo puede tener. El que me enseñó que más vale un día de sol aprovechado que no uno tirado en el sofá por mucho que él esté todo el día enfrente de la caja tonta, haciendo cabezaditas. El que me enseñó que la vida hay muchas formas de tomársela, independientemente de la suerte que tengas. El que me enseñó que hay que saber valorar lo que uno tiene por encima de todas las cosas y saber reconocerlo. El que me enseñó que hay que luchar siempre por lo que uno quiere y hacer todo lo posible por cumplir tus sueños, sean los que sean. El que me enseñó a entender que la lluvia no siempre es mala, que es la que al fin y al cabo, nos da de comer. El que me enseñó a estar al lado de la verdad intentando entender la otra mitad. El que me enseñó que vale más pájaro en mano que ciento volando, aunque a él le guste mucho mirarlos. El que me enseñó que un sofá puede ser una cama perfecta, pero un sillón de más de 100 años es mucho mejor. El que me enseñó que la vida es fugaz y que un día puedes estar en la cresta de la ola y a la mañana siguiente puedes estar rodeado de mugre en un callejón sin salida. El que me enseñó que la vida está para compartirla, con generosidad y alegría. El que me enseñó que hay que reírse de uno mismo. El que me enseñó a amar la historia. El que me enseñó que su sola sonrisa puede iluminar toda una casa. El que me enseñó que una misma historia, repetida miles de veces, puede seguir haciéndote gracia. El que me enseñó que ser despistado puede ser una virtud muy divertida. El que me enseñó que yo me parezco a él al no saber tragarme las pastilla y al no querer ir al médico. El que me enseñó que en el huerto de casa no se está como en ningún sitio. El que me enseñó todas las tradiciones familiares. El que me enseñó que yo quería llevar su apellido. El que me enseñó que todo el deporte es mejor si es mallorquín. El que me enseñó que un domingo sin él, sus bromas y su buen humor, no es un domingo. El que me enseñó que un vasito de vino cada día es bueno para el corazón y el coñac para la salud. El que me enseñó que el amor a un hijo puede ser mayor incluso que el amor a la verdad. El que me enseñó que el sufrimiento puede hacer que te apagues poco a poco. El que me enseñó que haciendo camino llegaré lejos, solo si me esfuerzo lo suficiente. El que me enseñó que haga lo que haga siempre va a estar orgulloso de mí. El que me enseñó a valorar a la abuela y todo su trabajo. El que me enseñó que un perro puede ser tu mejor amigo pero tienes que ir con cuidado. El que me enseñó que el ruido molesta, pero la tele a todo volumen no. El que me enseñó a ver que me enfado muy rápido. El que me enseñó a mirar a mi alrededor y ver lo que tengo y a la gente que me rodea, a la que él quiere un montón. El que me enseñó que un poco de pan con sobrasada es un manjar. El que me enseñó a querer correr por el campo, rodeada de árboles verdes y grandes. El que me enseñó que una carretilla haciendo de taxi y unas gallinas que perseguir son el mejor juguete de una niña de tres años a la que su abuelo hizo un bastón como el suyo. El que me enseñó a querer por encima de todas las cosas. Por eso y todo lo demás gracias. Te quiero abuelo, y lo haré siempre.



lunes, 10 de octubre de 2011

Sin ella, nada es lo mismo.

Cada una de las estrellas de nuestro cielo ilumina cada sonrisa suya, una sonrisa preciosa, grande y brillante. Sus ojos, marrones, brillan al ver sonreír a cualquiera de sus amigas, o le basta el simple hecho de estar a su lado.
La música es su pasión y el baile su vida, no puede vivir sin una semana sin bailar ni una sola canción sea de reggeaton o de ese tipo de canción que le gustan tanto a ella y hace que todas las acabemos cantando o tarareando.
Dispuesta en todo momento a oír cualquier tontería o pena de sus amigas, a saber escuchar y ayudar en todo lo que pueda. Sabe que la amistad es un tesoro, pero no sabe que nuestro mayor tesoro es ella, el tenerla es un regalo que algún "dios" me ha enviado y que estoy dispuesta a aprovechar hasta que tanto ella como yo volvamos a hacer nuestras tonterías en un cielo azul claro, porque su sola presencia hace que un cielo normal, monótono, se vuelva azul, precioso.
Cada una de esas palabras cruzadas en el pasillo, comiendo un crepe o hablando sentadas en el sofá quedan recogidas en mi caja particular de grandes momentos que no cambiaría por nada. Con ninguna otra persona esos instantes podrían llegar a ser la mitad de lo que han sido con ella, mi pequeña princesa.
Las dos nos derretimos al ver cierto Peter o Luis y estamos deseosas de viajar a ese querido país lejano al cual un día llegaremos a ir, si o sí. Ese país al que las dos adoramos, aunque ella es una fanática, cosa que me encanta.
Su mayor hobbie hace que todas disfrutemos aún más de ella, vemos como disfruta haciendo lo que más le gusta, y además se le da de lujo. Es increíble el gusto que tiene para hacernos fotos a nosotras, a nuestras sonrisas, ojos, flores, soles y atardeceres preciosos. Aunque ella disfruta igual cuando la protagonista del reportaje es ella, mi dulce modelo, la que no tiene ningún reparo en posar de cualquier forma y poner cualquier cara, y queda igual de bien, sobretodo sacando la lengua. Me encanta.
Adora a su padre, es su niña y su protegida. Aunque se pelee con su madre no sabe estar sin ella. Toda su familia la adora y viceversa, y adora a la pequeñita.
Sé que sus sueños se harán realidad, lo sé, lo presiento, se lo merece. Ha sufrido lo que no importaría pero eso quiere decir que realmente ha querido como a muchas les gustaría haber querido.  
Alocada, alegre, cariñosa, con cara de sueño cada mañana pero con un gran: Buenos días.
Sus sudaderas son su seña de indentidad y una cámara su mejor complemento, si lleva los pantalones altos ya tenemos a mi niña vestida.
Solo puedo querer que nunca se separe de mí, nunca. La necesito tanto a mi lado.
Te quiero mi niña.
 Sé que mereces algo mejor pero quiero que sepas que te quiero tanto que ni todas mis palabras bastan para agradacerte todo lo que haces por mí. Sé que para ti en la amistad no existe la palabra gracias, aun así yo te las doy.

jueves, 6 de octubre de 2011

Diferentes caminos, diferentes vidas.


Dejarse llevar por una corriente agradable, dejando atrás unos miedos que no te dejaban ver ni avanzar. Seguir el camino que se va haciendo al mismo tiempo que tú avanzas por él sin pensar nunca en lo que puede haber al final de ese sendero incompleto
Un juego es el avanzar por él. Un juego a veces de niños, a veces peligroso, pero un juego al fin y al cabo.
Este puede tomarse de dos maneras, dos simples y decisivas opciones (como muchas cosas en la vida): elegir jugar siguiendo las reglas, solo y sin hacer trampas; esta vía conduce a lo que yo llamo un mundo correcto en el que nada es especial, simplemente existe y da gracias por eso, porque para este jugador ya ha sido bastante costoso y sacrificado abandonar su ordenada vida, sus miedos, sus inseguridades y lanzarse a una piscina sin ningún salvavidas.
La otra opción es avanzar por el camino sin protección, saltándose algunas reglas y señales, intentar no hacerlo solo, siempre acompañado por alguien, sea quién sea, pero que sepas que estará dispuesto a darte la mano en cualquier momento. Olvidar, como el primero (único punto en común), todas las incertidumbres y miedos, cosa no demasiado fácil para nadie, pero necesaria en algún punto del camino, es ley de vida, tenemos que avanzar ya sea de una manera o de otra. Este se tira a la piscina sin protección , pero tampoco sabe si la piscina contiene agua. Aquí se lo juega todo, su vida, su integridad, su valor. Es o todo o nada. Lo que no sabe (poco le importa en ese preciso momento, lleno de adrenalina) es que su valentía le lleve directamente a un camino más pausado, tranquilo y sin demasiados obstáculos, permanentes en todo camino al que le dan cierta vida, de algún modo.
Este es el motivo que lo empuja, su afán de continuar, de seguir sin acomodarse, de arriesgar todo lo que tiene, aun sabiendo que muchas veces en una guerra o en el amor (como dice cierta canción de Melendi), pierde el que quiere más. Él simplemente sigue su camino, superando obstáculos, miedos y hasta esos monstruos que se esconden bajo la cama cada noche.

Sé que me reitero mucho, pero no hay palabras suficientes para describir la fuerza de esa corriente. Personalmente, prefiero la segunda opción.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Simple y maravilloso.












Una mirada entre una madre y una hija, una entre dos amigas, entre dos compañeros... Un pequeño gesto dice tanto que hasta nos sorprendemos a nosotros mismos y es que a veces lo más sencillo es lo que vale más, lo que más significado tiene.

Un hecho tan simple como una mirada puede hacer que esa mañana gris, monótona, rutinaria y aburrida se convierta en un día espléndido, con un sol radiante aunque fuera llueva y tú solo puedas ver el sol a través de tus impermeables ojos.
Una sonrisa puede causar el mismo efecto, incluso multiplicarlo, y la acción combinada de ambos elementos puede producir una bomba demasiado explosiva para según que lugares, pero son impredecibles y nada cautas, explotan en una reacción que más o menos puedes intentar controlar, no siempre con éxito. Aunque estos gestos son mayores si es ESA persona las que los articula. 

Como algo inesperado una mirada perdida y una media sonrisa pícara (la que tanto me gusta) se encuentran con mis ojos que llevan observándolos y buscándolos desde hace ya un rato. Esa bomba de relojería, sin querer se ha activado y aunque he sabido controlar la explosión por dentro mi labios no paraban de sonreír, mis ojos no podían parar de brillar y todo mi cuerpo se ha convertido en una gelatina incapaz de estarse quieta.

 Es así: solo necesitamos ese mínimo gesto para estar un poquito más alegres. No necesitamos grandes casas ni castillos de princesas, ni ganar la lotería para sentir esa "cosa" tan especial. Nos conformamos con la intimidad y la complicidad de una mirada que dice más que las propias palabras.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Tu niña...

Tu dulce voz rota me llega vagamente a mis pequeños oídos. Después de tanto tiempo siento que no te conozco, que eres un extraño que de manera casual formó parte de mi vida. Oír que no estás bien no es plato de buen gusto. Solo saberlo ya me revuelve el estómago y mi cuerpo entero se resiente de ello. cada vez te noto más alejado, demasiado lejos, lejos de una realidad desafortunada para los dos o tres o seis. Parece que ambos hemos olvidado que un día nos quisimos con locura (lo sigo haciendo), aunque quizá fue esa misma locura la que te transformó en semejante personaje con faceta anónima que nunca conocí, ni quiero conocer.
La sola idea de saber que puedes desaparecer me asusta tanto, me duele el pensarlo, me duele el sentir que esa posibilidad existe. Ahora no te tengo, ni tú a mí. es como si nos hubiéramos esfumado, el uno para el otro. Yo no existo para ti, tu no existes para mí; desaparecidos, esas es nuestra relación actual, el único punto que tenemos en común, pero sé que tú, como yo, en un trasfondo de tu alma sabes que yo siempre estaré ahí, quieta, esperando un abrazo que quizá ya nunca se va a producir. Un abrazo como miles que tiempo atrás ya me has dado. Que diste a esa persona que según tú mismo era tuya y solo tuya. Yo, la verdad, también me sentía tuya, solo tuya. Por ti siempre sentí que quería como no quería a nadie, te quería demasiado, hasta un punto inimaginable, en el que te defendí sin que te merecieras defensa.
Al oír coger el teléfono (segundo y último intento) he pensado que no serías tú. Lo fácil hubiera sido pasarte un recado pero aun así he preguntado por ti y si podía hablar contigo; hoy es tu santo y para mí sigue siendo igual de importante felicitarte.
Al pasarte el teléfono has preguntado, como siempre y de quién yo he cogido esa misma costumbre, quién era. Te han respondido claro:
-Tu niña.
En cuanto lo he oído miles de lágrimas han acudido a mis secos y achinados ojos, aunque reprimidas no has notado su presencia. Una punzada en la barriga, junto a ellas, han hecho darme cuenta de que por mucho que no lo quiera, que lo intente no lo puedo negar: soy tu niña y siempre lo seré. Te echo de menos. 




Please come back to me.

martes, 27 de septiembre de 2011

Le tengo a mi lado, aunque me equivoque.

Una media sonrisa le consigo arrancar de su boca con una mirada o una palabra que tanto él como yo sabemos que es verdad, aunque los demás no sepan de qué nos reímos. Me encanta cuando lo consigo; su expresión me recuerda al chico de hace ya unos años, tiempo en el que todavía, a ratos, su timidez le vencía.
Aun ahora parece intentar pasar desapercibido, sin ser visto, como un gato sigiloso y silencioso, de esos que vienen por detrás y solo sabes que están ahí por el suave y fino roce de su pelo con tu sensible piel, un susto entrañable, una presencia abrumadora y agradecida.
Aunque lo intente, conmigo no lo consigue, para mí se ha convertido y es una de esas piezas clave en el mapa de mi desordenada vida. Es un grano de arena imprescindible en una playa menuda y acogedora y que yo siempre busco, no puede haber playa si falta ese granito. Esa partícula de arena es mi mayor confidente, mi mayor exponente de confianza, mi cofre de secretos del que solo yo tengo la llave. Un cofre que me habla y hace sentirme genial y me dice cuando cree que no debería hacer algo o prefiere callarse porque sabe que yo le entiendo, lo único que creo que quiere es que yo no sufra.
Sus sueños vuelan alto para que incluso lleguen a mí y soñemos casi lo mismo, porque sé que hasta su subconsciente se preocupa por mí, él es así. Me gusta tanto su compañía, sus gritos fugaces, sus susurros ininteligibles, sus gestos, sus caras raras, sus típicas frases y sobretodo sus carcajadas, para mi gusto escasas, son preciosas. Adoro verlo feliz.
Nada en un océano de dudas del que ni él, ni yo, ni nadie, ni siquiera el destino (si existe) sabe si saldrá, mientras tanto él no mira las nubes y aprovecha cualquier ola que lo lleve a  un posible destello de naufragio para perderse un ratito en una isla no muy desierta, donde parece que el sol nunca se pone, siempre amanece, allí. Se queda un ratito más para después, haciéndose el loco, contarme su experiencia como marinero naufragado en una isla inexistente e intangible.
Quizá nuestras largas y entretenidas charlas sean el punto culminante de una entrañable amistad que se ha ido forjando con los años, años que han sido veloces, como un rayo en una tormenta eléctrica
Su única compañía llena esa parte de mi mente y corazón que a veces se siente tan sola, la que solo necesita un saludo y un abrazo de los suyos.

Eres único chico, y quiero que sepas que siempre vas a tener a tu lado a la pesada que siempre quiere y querrá una foto contigo, porque te quiero.





Sé que merecías algo mejor pero hoy mi cabeza loca ya no da para más.