
En uno de esos viajes mi mente se perdió en el álbum de fotos de un época cerrada (pero no olvidada) y se paró a mirarlas todas con detenimiento. En todas estaba ella. Muchas, muchas, muchas risas. Tonterías, grandes noches, grandes días, canciones, bailoteos y más risas. Todo este conjunto de elementos son lo que intentan transmitir estas instantáneas de forma demasiado simple comparado con lo que en realidad fueron.
Noches, o mejor dicho, madrugadas de charlas contemplando como la luz artificial de una habitación calurosa se apagaba para dejar paso a la luna; sin quedarse demasiado tiempo, porque el sol reclamaba su trono.
Nada puede compararse a esas ganas de disfrutar cada momento, cada instante de la presencia de la una con la otra. Ahí los segundos no eran interminables, eran tan apetitosos que nos los merendábamos casi sin parpadear.
Después de haber construido una muralla para flanquearme y olvidarme del mundo veo que, fuera, todos, incluido ella, han seguido su camino. Mi error fue refugiarme en mí, pero no vi otra salida. Ahora veo que tampoco fue un error, simplemente una opción.
Mi boca puede llenarse de miles de "quizás", "tal vez" o "lo siento", pero yo sigo sin entender qué es lo que ha pasado. Sólo quiero volver a sentir su respiración fuerte durmiendo a mi lado cada sábado de fiesta y sentir su dulce abrazo cada mañana.
te hecho de menos
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