Indescriptible es la sensación que se siente al volar por encima de las nubes, de estar allí y aún así oír ese ruido parecido al de una avispa a punto de atacarte y perder la vida, hasta que para de repente y sin esperarlo. Como la avispa suicida decidida a dirigirse a ese punto clave del cuello en el que sabe que va a pasar los últimos segundos de su ínfima vida. Increíble es saber que cada uno de esos segundos han sido deliberadamente improvisados y calculados para que todas las células de ese fragmento de piel vayan a sufrir el aguijonazo. Porque esa sensación es como el fin del mundo. Es un querer y poder. Es un apaga la luz y cierra los ojos que te veo igual. Es un tengo una barrera y un me la paso por el forro, voy a llegar a ti. Es un despierta que quiero dormir a tu lado.Es un oh, hemos visto una película entera. Y es un te vas a quedar sin camiseta. Es un color miel infinito, o un color marrón oscuro, profundo.
Porque aún quedan muchas tardes de encontrar pañuelos bajo la almohada, de abrazos pedidos, de caricias robadas, de besos innegables.
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