
Tachar los días en un calendario es algo demasiado rutinario y nadie sabe que en realidad estamos acortando nuestra vida. Es una mierda vivir con reloj, calculando cuántas cosas puedo y debo hacer en una hora. Sin darse cuenta ni de esa chispa que no la abandona.
Siente miedo por el mañana que está llegando y está harta que todo vaya tan deprisa, y es que se está haciendo mayor a marchas forzadas.
En medio de una casa con quién antes eran extraños, en un cementerio donde antes no había nadie, en una habitación cerrada y con un corazón al que le faltan varios trocitos se da cuenta que ella ya no es esa chiquilla que hace un año soñaba con los imposibles que ahora son realidad, y que en realidad no han sido tan imposibles.
Sigue viviendo en una especie de burbuja, sin querer aceptar que ellos no están, y su viejo yo.. se fue con ellos. Ella sigue sin saberlo.
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