sábado, 22 de octubre de 2011

Ya nada volverá a ser como antes

Extrañar a alguien por el simple hecho de quererlo demasiado y darte cuenta de que ni él ni tú sois capaces de entender que a veces la balanza cuesta equilibrarse. No saber que tienen que pesar más, la rabia, el dolor y las mentiras, o la añoranza de un tiempo que no volverá, una página de un viejo libro que nunca va a abrirse de nuevo, cerrado por completo y cubierto de centímetros de polvo que de vez en cuando alguna que otra mente intenta recordar con un éxito relativo. Porque sólo recordar lo bueno no siempre funciona. Ayuda a ver una realidad lejana, feliz, reconfortante pero a la vez te muestra lo que un día tuviste y que de alguna manera y por varias circunstancias no tienes. Profundizar en ellos puede ayudar o destrozar toda una fortaleza montada a base de pequeñas piedras que poco a poco se han ido recogiendo, en un camino no muy agradable. De recuerdos se puede vivir pero no se puede vivir en el pasado, queramos o no, el pasado, la mayoría de las veces, ha sido mejor, pero pasado está. Nuestro deber es continuar, seguir ese camino, aunque sea difícil, haya piedras o ramas, o sea un verdadero "camino de rosas". El pasado puede ser la base de algo nuevo pero sin esperanza y sin ganas de vivir sólo se queda en eso, en una base y una base sin nada es algo demasiado simple. Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo esa base tiene que ir aumentando con diferentes ingredientes que un preciado presente va añadiendo. Nuestro futuro es incierto, y la base sirve para intentar asegurar un buen final, pero sin una buena elaboración nuestra tarta particular se va a quedar en nada. 
Recordar lo malo no significa amargarse la vida, significa ver como a pesar de todo sigues aquí, con gente al lado y con la mejor de tus sonrisas o lágrimas. Si lloras es porque sientes y si sientes es que estás vivo. Aprovechar que estamos vivos a cada segundo, no mirar tanto por los demás y aprender a ser un poco egoístas. Actuar bien y poder ir con la cara alta tienen que ser requisitos imprescindibles para que un día podamos acarrear las consecuencias de toda decisión con la certeza de que en ese momento hacías lo que querías y que te sirvió para después de una gran llorada, una gran sonrisa asomara por tu cara.
La balanza algún día se equilibrará, hasta entonces actuar significará hacer las cosas como se sienten sin tener que arrepentirse de nada y con la cara bien alta. Significará estar al lado de quién lo necesite en un momento y saber poner los puntos sobre las íes en otros. 
Cada uno de estos puntos, solo sirven para justificar la añoranza que siente alguien mezclada con la impotencia de no poder cambiar unos hechos demasiado reales y unos recuerdos que han marcado demasiado.


Pensamientos enterrados que a veces salen sin querer. Gracias mamá.

3 comentarios:

  1. ¿Quién dijo que la vida es fácil, mi amor? Nadie, ¿no? Pues sigue adelante, yo estaré dándote la mano, como siempre.
    Te quiero.

    ResponderEliminar
  2. Qué razón. Aunque yo soy de las que creo que no se puede vivir de los recuerdos, aunque tampoco se puede vivir sin recuerdos. Quiero decir, que no nos debemos estancar en un recuerdo, sabiendo, como tú dices, que eso no volverá a ocurrir...
    Reflexivo, muy reflexivo.
    ¡Un beso, corazón!

    ResponderEliminar