sábado, 14 de julio de 2012

Somni d'un estiu

Por un mínimo instante sintió que todo era como antes: salir, risas, abrazos, canciones balbuceadas a voces desafinadas. Sintió un abrazo conocido, una caricia amiga, unas voces que eran ya propias. Pero todo tenía un tono diferente, ya no eran de ese color verde pistacho ni un rojo pasión. Era un rosa desgastado, un verde pantano, echado a perder.
Miró a ambos lados. A la izquierda estaba su pasado. A la derecha su presente. Hacia dónde tenía que mirar para encontrar ese futuro que tanto miedo le ha dado siempre. Ese no querer abandonar el pasado ni renunciar al pasado. Esas ganas de dominar el tiempo, esas ansias de luchar por conservar algo que indescriptible resultado de roces incontables, agridulces, ese hambre de devorar el presente tan dulce y tan verdadero que se nota a flor de piel, que la envuelve y la transforma en una parte de sí que ella no conocía pero que le encanta.
Por ese mínimo instante sintió que ese pasado era su presente y su presente no existía. Por ese mínimo instante creyó que todas esas angustiosas rocas se habían esfumado de su camino. Por ese mínimo instante se sintió arropada por el mismo abrigo viejo de siempre, por ese abrigo azul oscuro con flores rosas en las mangas. Ese mínimo instante... no cambió nada.

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